Después del "breakdown" de hace unos 15 días, donde mi manillar se dividió en dos partes, tenía ganas de volver a visitar el Pendón para quitarme la "espinita". Este domingo tuve la oportunidad de unirme a una ruta de los Trankilos para rodar por los caminos, senderos y trialeras que rodean este cerro y eliminar su maleficio, aunque este último objetivo no fue plenamente conseguido. La zona se cobró de nuevo el peaje, aunque, en esta ocasión, el coste no fue demasiado elevado.
Si queréis saber quién y qué rompimos esta vez, tendréis que seguir leyendo...
ASISTENTES
Nos reunimos 4 bikers: Gustrek, Juan Carlos, Karmauri y Ñako.
TRACK DE LA RUTA
Haz click aquí para descargar el track de la ruta.
DATOS DE LA RUTATRACK DE LA RUTA
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Sábado 19 de junio: 34,7km, 685m de desnivel de subida acumulado, 3 horas y 10 minutos (2 horas y 20 minutos dando pedales).
IMÁGENES DE LA RUTA
CRÓNICA
Fotos: Gustrek.
IMÁGENES DE LA RUTA
CRÓNICA
Quedamos a las 9.00h en Cabanillas de la Sierra, en un aparcamiento de tierra próximo al camping. Llego 15 minutos antes de la hora, no debí calcular bien el tiempo desde casa, y a Ñako debió ocurrirle lo mismo porque llega un minuto más tarde. En poco tiempo se suman Karmauri y Juan Carlos, con los que completamos la grupeta, puesto que Jevamo y Comavi han tenido una noche "agitada" y deciden darse de baja a última hora.
Rodeado de "trankilos", nos ponemos en marcha dirigiéndonos hacia Navalafuente. Nos separan de esta población casi seis kilómetros que recorremos por una pista con el firme en buen estado. Karmauri, que nos guía, imprime un buen ritmo (parece que tiene prisa) y los demás, que somos muy obedientes, le seguimos. Rodamos por un tramo de la vereda de los Llanos y por otro del camino de las Cabanillas. El primer kilómetro pica hacia abajo, los dos siguientes hacia arriba, y el resto es practicamente un llaneo que nos deja en Navalafuente después de cruzar la M-625.
Son las 9.15h, la temperatura es agradable, a pesar de que el sol brilla con todo su esplendor, y el pueblo está prácticamente desierto a estas horas de la mañana. Recorremos las calles, haciendo una breve parada junto a la iglesia para consultar el gps y fotografíar las cigüeñas que anidan en el campanario. ¡Cómo envidio algunas veces la tranquilidad y calidad de vida de las gentes de estos pueblos!
Salimos de Navalafuente por el camino del Molino de las Viñas. El camino se estrecha, y llaneamos por él durante 4 kilómetros. Tras cruzar el arroyo del Mosquil, el camino cambia su nombre por el de vereda a Navalmadero. Dejamos esta vereda para acercarnos a Miraflores por la vereda de Huelga, un sendero estrecho en subida con algunos tramos de buenas piedras que disfrutamos casi tanto como cuando las bajamos. Estas subidas, aunque más duras, me parecen mucho más divertidas que las pistas.
En algo más de 3 kilómetros estamos cruzando sobre las vías del tren, muy cerca de Miraflores. Un nuevo rampón y nos encontramos en la portilla que da acceso al camino de las Viñas, hacia el norte. Son las 10.00h y el calor, unido a las subidas del último tramo, empieza a sacarnos los colores. Tras la portilla tenemos un sendero ancho entre árboles, cuya sombra agradecemos, que llanea durante 2,5km hasta la siguiente portilla, que nos deja el la pista, el GR-10, que nos llevará al punto más elevado de la ruta, junto a la fuente del Collado.
La subida, de unos 3,5km, la realizamos por pista, salvo un breve tramo por un sendero paralelo a ésta. Karmauri nos tenía preparada una alternativa por senderos, pero con las ganas de llegar pronto a la cima imprimimos ritmo y nos pasamos el desvío. El grupo se separa en dos, en función de las fuerzas y las ganas de coronar. Ñako y yo llegamos arriba primero, y nos cobijamos del sol bajo los árboles, mientras esperamos a nuestros dos compañeros de ruta.
El calor empieza a ser insoportable, tanto que ni nos apecetece aprovechar el momento para tomar una barrita. Nos conformamos con unos buenos tragos de agua y algo de charleta. La imagen de una cerveza fresca se apodera de nuestros pensamientos, y decidimos sustituir el bucle que teníamos previsto realizar desde Navalafuente a Valdemanco por una buena opcional.
Con los nuevos planes, y sin dejar de visualizar la cerveza helada, comenzamos la parte dulce de la ruta: unos cuantos kilómetros de bajadas aderezadas con buenas piedras. Dirigimos nuestras monturas hacia el sendero del bosque que nos lleva hasta Bustarviejo. Viene a mi mente el momento en el que se cascó mi Easton Haven, pero lo aparto de mis pensamientos con el objetivo de sacarme la "espinita" disfrutando del momento.
Me lanzo a buscar los toboganes, las raíces y las piedras que adornan la senda, gozando en cada uno de ellos. En un "visto y no visto" recorremos el kilómetro y 300 metros de sendero, donde Juan Carlos tiene algún sustillo, según nos cuenta luego. Unos cientos de metros más por el camino al sur de Bustarviejo y desembocamos en el camino de las Viñas, que tomamos hacia el sureste.
Nos salimos del camino en algún tramo, para pisar alguna piedra y hacer algo de "campo a través", volviendo a él cuando no nos queda más remedio. Rodamos 5 kilómetros y medio de este camino, pasando junto a los Barracones y cruzando, una vez más, sobre las vías del ferrocarril. Abandonamos el camino en su intersección con la vereda de Fuente Llano a los Navazales, por un sendero/trialera paralelo a ésta que nos introduce en un espeso bosque digno de una buena foto.
El divertido senderito, de 1,6 kilómetros, nos lleva junto a la depuradora de Bustarviejo, que se levanta a orillas del arroyo de la Cargüera. Noto un ruido extraño en la parte trasera, algo no va bien y decidimos parar. Resultado de las últimas piedras: patilla de cambio doblada. Afortundamente es un repuesto que siempre llevo encima, pero que nunca había tenido que utilizar. En 10 minutos, con la inestimable ayuda de Ñako y la multiherramienta de Juan Carlos, la patilla está cambiada y mi Enduro vuelve a ir fina.
Resuelto el problema, tomamos una trialera muy disfrutona y asequible, sin pasos excesivamente técnicos y rápida, que nos llevará hasta Navalafuente. Piedras sueltas, rocas firmes, desnivel moderado que te permite rodar sin usar apenas los frenos... una delicia que tras dos kilómetros nos hace descargar adrenalina y acercarnos a las cervezas.
De nuevo en Navalafuente. Son las 11.50h y sólo nos queda regresar a Cabanillas por el mismo camino por el que iniciamos la ruta. Callejeo, cordel de Huelga, camino de las Cabanillas, vereda de los Llanos y la última pista que nos deja en los coches, que a pesar de ser en subida la hacemos casi tan rápido como la bajamos al olor de las cervezas.
Ñako y yo nos hemos destacado unos cientos de metros, seguramente porque teníamos más sed que Karmauri y Juan Carlos, y les esperamos en la terracita del Barril con una buena jarra de la cerveza con limón con la que tanto habíamos soñado. En unos minutos se nos unen los dos "trankilos" que nos faltaban y se suman a la particular oktoberfest que habíamos montado. Una jarra, dos.. y hasta tres cayeron, entre charla bromas y risas. Tendremos que empezar a visitar zonas más altas y menos expuestas al sol, porque si no acabarán siendo más las horas de opcional que las de pedaleo, jeje.
Una larga opcional que disfrutamos tanto como la breve pero divertida ruta que habíamos realizado. Hora y media después, cada uno a su coche para regresar a casa mientras nuestros pensamiento urdían planes futuros, aunque eso... ya es otra historia...
Redactado por Gustrek. 
Rodeado de "trankilos", nos ponemos en marcha dirigiéndonos hacia Navalafuente. Nos separan de esta población casi seis kilómetros que recorremos por una pista con el firme en buen estado. Karmauri, que nos guía, imprime un buen ritmo (parece que tiene prisa) y los demás, que somos muy obedientes, le seguimos. Rodamos por un tramo de la vereda de los Llanos y por otro del camino de las Cabanillas. El primer kilómetro pica hacia abajo, los dos siguientes hacia arriba, y el resto es practicamente un llaneo que nos deja en Navalafuente después de cruzar la M-625.Son las 9.15h, la temperatura es agradable, a pesar de que el sol brilla con todo su esplendor, y el pueblo está prácticamente desierto a estas horas de la mañana. Recorremos las calles, haciendo una breve parada junto a la iglesia para consultar el gps y fotografíar las cigüeñas que anidan en el campanario. ¡Cómo envidio algunas veces la tranquilidad y calidad de vida de las gentes de estos pueblos!
Salimos de Navalafuente por el camino del Molino de las Viñas. El camino se estrecha, y llaneamos por él durante 4 kilómetros. Tras cruzar el arroyo del Mosquil, el camino cambia su nombre por el de vereda a Navalmadero. Dejamos esta vereda para acercarnos a Miraflores por la vereda de Huelga, un sendero estrecho en subida con algunos tramos de buenas piedras que disfrutamos casi tanto como cuando las bajamos. Estas subidas, aunque más duras, me parecen mucho más divertidas que las pistas.
En algo más de 3 kilómetros estamos cruzando sobre las vías del tren, muy cerca de Miraflores. Un nuevo rampón y nos encontramos en la portilla que da acceso al camino de las Viñas, hacia el norte. Son las 10.00h y el calor, unido a las subidas del último tramo, empieza a sacarnos los colores. Tras la portilla tenemos un sendero ancho entre árboles, cuya sombra agradecemos, que llanea durante 2,5km hasta la siguiente portilla, que nos deja el la pista, el GR-10, que nos llevará al punto más elevado de la ruta, junto a la fuente del Collado.La subida, de unos 3,5km, la realizamos por pista, salvo un breve tramo por un sendero paralelo a ésta. Karmauri nos tenía preparada una alternativa por senderos, pero con las ganas de llegar pronto a la cima imprimimos ritmo y nos pasamos el desvío. El grupo se separa en dos, en función de las fuerzas y las ganas de coronar. Ñako y yo llegamos arriba primero, y nos cobijamos del sol bajo los árboles, mientras esperamos a nuestros dos compañeros de ruta.
El calor empieza a ser insoportable, tanto que ni nos apecetece aprovechar el momento para tomar una barrita. Nos conformamos con unos buenos tragos de agua y algo de charleta. La imagen de una cerveza fresca se apodera de nuestros pensamientos, y decidimos sustituir el bucle que teníamos previsto realizar desde Navalafuente a Valdemanco por una buena opcional.
Con los nuevos planes, y sin dejar de visualizar la cerveza helada, comenzamos la parte dulce de la ruta: unos cuantos kilómetros de bajadas aderezadas con buenas piedras. Dirigimos nuestras monturas hacia el sendero del bosque que nos lleva hasta Bustarviejo. Viene a mi mente el momento en el que se cascó mi Easton Haven, pero lo aparto de mis pensamientos con el objetivo de sacarme la "espinita" disfrutando del momento.Me lanzo a buscar los toboganes, las raíces y las piedras que adornan la senda, gozando en cada uno de ellos. En un "visto y no visto" recorremos el kilómetro y 300 metros de sendero, donde Juan Carlos tiene algún sustillo, según nos cuenta luego. Unos cientos de metros más por el camino al sur de Bustarviejo y desembocamos en el camino de las Viñas, que tomamos hacia el sureste.
Nos salimos del camino en algún tramo, para pisar alguna piedra y hacer algo de "campo a través", volviendo a él cuando no nos queda más remedio. Rodamos 5 kilómetros y medio de este camino, pasando junto a los Barracones y cruzando, una vez más, sobre las vías del ferrocarril. Abandonamos el camino en su intersección con la vereda de Fuente Llano a los Navazales, por un sendero/trialera paralelo a ésta que nos introduce en un espeso bosque digno de una buena foto.
El divertido senderito, de 1,6 kilómetros, nos lleva junto a la depuradora de Bustarviejo, que se levanta a orillas del arroyo de la Cargüera. Noto un ruido extraño en la parte trasera, algo no va bien y decidimos parar. Resultado de las últimas piedras: patilla de cambio doblada. Afortundamente es un repuesto que siempre llevo encima, pero que nunca había tenido que utilizar. En 10 minutos, con la inestimable ayuda de Ñako y la multiherramienta de Juan Carlos, la patilla está cambiada y mi Enduro vuelve a ir fina.
Resuelto el problema, tomamos una trialera muy disfrutona y asequible, sin pasos excesivamente técnicos y rápida, que nos llevará hasta Navalafuente. Piedras sueltas, rocas firmes, desnivel moderado que te permite rodar sin usar apenas los frenos... una delicia que tras dos kilómetros nos hace descargar adrenalina y acercarnos a las cervezas.De nuevo en Navalafuente. Son las 11.50h y sólo nos queda regresar a Cabanillas por el mismo camino por el que iniciamos la ruta. Callejeo, cordel de Huelga, camino de las Cabanillas, vereda de los Llanos y la última pista que nos deja en los coches, que a pesar de ser en subida la hacemos casi tan rápido como la bajamos al olor de las cervezas.
Ñako y yo nos hemos destacado unos cientos de metros, seguramente porque teníamos más sed que Karmauri y Juan Carlos, y les esperamos en la terracita del Barril con una buena jarra de la cerveza con limón con la que tanto habíamos soñado. En unos minutos se nos unen los dos "trankilos" que nos faltaban y se suman a la particular oktoberfest que habíamos montado. Una jarra, dos.. y hasta tres cayeron, entre charla bromas y risas. Tendremos que empezar a visitar zonas más altas y menos expuestas al sol, porque si no acabarán siendo más las horas de opcional que las de pedaleo, jeje.
Una larga opcional que disfrutamos tanto como la breve pero divertida ruta que habíamos realizado. Hora y media después, cada uno a su coche para regresar a casa mientras nuestros pensamiento urdían planes futuros, aunque eso... ya es otra historia...
Fotos: Gustrek.
