ASISTENTES
TRACK
DATOS DE LA RUTA
Domingo 25 de octubre: 43,5km, 900m de desnivel de subida acumulado, 3 horas 50 minutos (2 horas y media dando pedales).
haz click sobre la imagen para aumentarla
haz click sobre la imagen para aumentarlaCRÓNICA
A las 9.00 horas de la mañana, con algo más de luz de lo habitual por el cambio horario, nos encontramos en nuestro sempiterno punto de encuentro: la fuente del Polideportivo Dehesa Boyal, en San Sebastián de los Reyes. No habíamos aún decidido hacia dónde íbamos a encaminar nuestros pasos, sólo había un requisito a cumplir: el horario de las comidas familiares a la que varios de nosotros nos habíamos comprometido. Descartamos La Marmota, el Cañón del Guadalix y el Cerro de San Pedro por falta de tiempo, por lo que elegimos hacer más profundo aún el surco existente alrededor de Viñuelas, extendiendo su distancia con el Canal Bajo.
Nos ponemos en marcha con puntualidad británica, atravesando la Dehesa por sus divertidos senderos, algo rotos por la últimas lluvias, para buscar el muro de Viñuelas. La temperatura es primaveral y el terreno está perfecto: húmedo y compacto. Alcanzamos el muro del Soto en el Descansadero del Calverón, y comenzamos el breve descenso hasta el Arroyo de Valdelamasa. Elegimos bajar pegados al muro, para disfrutar a buena velocidad del sendero, repleto de los surcos que las últimas aguas nos han dejado. Incluso adelantamos un coche (¿donde iría?) que entendemos andaba un poco perdido.
Cruzando el cauce seco y arenoso del arroyo, comenzamos el ascenso que nos lleva hasta el Tanatorio de Tres Cantos. Adelantamos a uno de los grupos de bikers que nos cruzamos en el camino. Cada uno imponemos nuestro ritmo: unos más "enchufados", otros más tranquilos y relajados. Reagrupamos en el tanatorio después de los primeros 8 km recorridos, para incorporarnos juntos al arcén de la Carretera de Colmenar y buscar de nuevo el muro de Viñuelas.
Entramos en la Vereda de las Tapias de Viñuelas y el Pardo, un sendero de casi 10km hasta el Salto de Lobo, que disfrutamos a tope. Lo conocemos bien después de haberlo recorrido infinidad de veces, y eso nos permite ir rápidos, serpenteando y saltando allá donde podemos. Adelantamos al segundo grupo de bikers que nos cruzaríamos en la mañana y concluimos el tramo con las cortas pero numerosas rampas de subida que nos conducen al inicio de la que llamamos "calzada romana", breve subida del Descansadero del Salto del Lobo plagada de piedras , que hace funcionar nuestras horquillas y amortiguadores.
Nos reagrupamos de nuevo en este punto, no sin antes comentar la primera incidencia del día: pedal automático de Volko que pierde uno de sus tornillos, por lo que a partir de este momento debe elegir bien el lado del mismo por el que se engancha. Tomamos a la izquierda el Cordel de Valdemilanos durante 3 km, hasta llegar al inicio del Canal Bajo, donde paramos de nuevo a reagrupar, beber algo de agua, tomar media barrita y hacer alguna "retratadura". Todos estamos disfrutando mucho, puesto que los caminos ofrecen multiples posiblilidades para ir rápido o más tranquilo, para buscar saltos y algunas piedras o senderos más relajados, pero, principalmente, por la camaradería, agradable charleta e inmejorable compañía.
Iniciamos los revirados 4,5 km del canal bajo, donde aprovechamos algunos atajos que el campo nos ofrece. En uno de ellos, Golfer cruza por encima de unos de los viaductos del Canal, aprovechandose la ocasión para realizar la mejor foto del día. El segundo de los atajos comienza con la frase de GusTrek: "lo que me da miedo de entrar por aquí, es pinchar". Dicho y hecho, al final del atajo mi rueda trasera está sin aire. Nos ponemos a reparar, comentando que es la primera vez en casi un año que tengo que hacerlo en mitad de una ruta... y no será la última. Volko da muestras de su tremenda habilidad para localizar agujeros y pinchos en una rueda. Todos colaboran, aquello parecen los boxes de Ferrari. Entretanto las decenas de perros que hay en una finca próxima nos deleitan con su atronadora música, ¡no paraban de ladrar!, no sabemos si por nuestra presencia o por su exacerbado apetito.
Una vez puesto el aire en su sitio, continuamos ruta, para entrar de nuevo en la Vereda de las Tapias en dirección sur. El primer tramo de este sector de la ruta está flanqueado por chalets a derecha y a izquierda, y en él adelantamos a un jinete y dos amazonas, a cuyas monturas no gustan mucho nuestro colores, según podemos interpretar de sus comentarios. El estreno del pinchazo de GusTrek, tenía que ser a lo grande (es que los de Madrid somos así de chulos): nueva falta de aire, en este caso en la rueda delantera que paramos a reparar. De nuevo Volko localiza agujero y pincho causante y me facilita una cámara, con el fin de no tener que utilizar los parches de rigor. Ludupe y su bomba hacen gala de una gran rapidez para el inflado. ¡Menuda buena asistencia técnica llevamos!
Continuamos para completar los algo más de 4 km que nos conducen hasta las Chozas de Fresneda, en las proximidades de la Urbanización Valdelagua. Una vez allí, ascendemos durante 2,2 km, en los que tenemos que parar para que Golfer preste su bomba a una "grupeta" formada por dos adultos y un niño. No sabemos quién de ellos tenía más conocimiento, si los adultos o el niño, ya que reconocen tener parches, pero no bomba. Igual tenían intención de hinchar al "método R@ulo": con un embudo y un abanico.
Llegamos al inicio del sendero que más nos gusta de la ruta, y que une las Casas del Salto del Lobo con la Urbanización Ciudalcampo. Son 2,6 km de sendero estrecho y cerrado por la vegetación, salpicado con varios charcos y algo de barro que discurre entre el muro del Soto y el vallado de la finca contigua. Adelantamos a una pareja en excursión romántica y al globero-sin-bomba, que había salido "pitando" para que el aire de la rueda le resistiese la mayor distancia posible. Increible, ¡había hinchado y continuado sin reparar!
Recorremos el sendero disfrutón esquivando los charcos y el barro, tan rápido como podemos y sabemos, hasta Ciudalcampo. Allí vamos parando según llegamos para reagrupar. Tras un rato largo de espera van llegando: la pareja, un grupo de bikers del Club Mammoth y el globero-sin-bomba. Ludupe aparece después de todos... ¿razón?... la rueda del globero-sin-bomba se había vaciado de nuevo, y, una vez más, Ludupe y su bomba pararon a prestar ayuda.
Nos ponemos en marcha con puntualidad británica, atravesando la Dehesa por sus divertidos senderos, algo rotos por la últimas lluvias, para buscar el muro de Viñuelas. La temperatura es primaveral y el terreno está perfecto: húmedo y compacto. Alcanzamos el muro del Soto en el Descansadero del Calverón, y comenzamos el breve descenso hasta el Arroyo de Valdelamasa. Elegimos bajar pegados al muro, para disfrutar a buena velocidad del sendero, repleto de los surcos que las últimas aguas nos han dejado. Incluso adelantamos un coche (¿donde iría?) que entendemos andaba un poco perdido.Cruzando el cauce seco y arenoso del arroyo, comenzamos el ascenso que nos lleva hasta el Tanatorio de Tres Cantos. Adelantamos a uno de los grupos de bikers que nos cruzamos en el camino. Cada uno imponemos nuestro ritmo: unos más "enchufados", otros más tranquilos y relajados. Reagrupamos en el tanatorio después de los primeros 8 km recorridos, para incorporarnos juntos al arcén de la Carretera de Colmenar y buscar de nuevo el muro de Viñuelas.
Entramos en la Vereda de las Tapias de Viñuelas y el Pardo, un sendero de casi 10km hasta el Salto de Lobo, que disfrutamos a tope. Lo conocemos bien después de haberlo recorrido infinidad de veces, y eso nos permite ir rápidos, serpenteando y saltando allá donde podemos. Adelantamos al segundo grupo de bikers que nos cruzaríamos en la mañana y concluimos el tramo con las cortas pero numerosas rampas de subida que nos conducen al inicio de la que llamamos "calzada romana", breve subida del Descansadero del Salto del Lobo plagada de piedras , que hace funcionar nuestras horquillas y amortiguadores.Nos reagrupamos de nuevo en este punto, no sin antes comentar la primera incidencia del día: pedal automático de Volko que pierde uno de sus tornillos, por lo que a partir de este momento debe elegir bien el lado del mismo por el que se engancha. Tomamos a la izquierda el Cordel de Valdemilanos durante 3 km, hasta llegar al inicio del Canal Bajo, donde paramos de nuevo a reagrupar, beber algo de agua, tomar media barrita y hacer alguna "retratadura". Todos estamos disfrutando mucho, puesto que los caminos ofrecen multiples posiblilidades para ir rápido o más tranquilo, para buscar saltos y algunas piedras o senderos más relajados, pero, principalmente, por la camaradería, agradable charleta e inmejorable compañía.
Iniciamos los revirados 4,5 km del canal bajo, donde aprovechamos algunos atajos que el campo nos ofrece. En uno de ellos, Golfer cruza por encima de unos de los viaductos del Canal, aprovechandose la ocasión para realizar la mejor foto del día. El segundo de los atajos comienza con la frase de GusTrek: "lo que me da miedo de entrar por aquí, es pinchar". Dicho y hecho, al final del atajo mi rueda trasera está sin aire. Nos ponemos a reparar, comentando que es la primera vez en casi un año que tengo que hacerlo en mitad de una ruta... y no será la última. Volko da muestras de su tremenda habilidad para localizar agujeros y pinchos en una rueda. Todos colaboran, aquello parecen los boxes de Ferrari. Entretanto las decenas de perros que hay en una finca próxima nos deleitan con su atronadora música, ¡no paraban de ladrar!, no sabemos si por nuestra presencia o por su exacerbado apetito.Una vez puesto el aire en su sitio, continuamos ruta, para entrar de nuevo en la Vereda de las Tapias en dirección sur. El primer tramo de este sector de la ruta está flanqueado por chalets a derecha y a izquierda, y en él adelantamos a un jinete y dos amazonas, a cuyas monturas no gustan mucho nuestro colores, según podemos interpretar de sus comentarios. El estreno del pinchazo de GusTrek, tenía que ser a lo grande (es que los de Madrid somos así de chulos): nueva falta de aire, en este caso en la rueda delantera que paramos a reparar. De nuevo Volko localiza agujero y pincho causante y me facilita una cámara, con el fin de no tener que utilizar los parches de rigor. Ludupe y su bomba hacen gala de una gran rapidez para el inflado. ¡Menuda buena asistencia técnica llevamos!
Continuamos para completar los algo más de 4 km que nos conducen hasta las Chozas de Fresneda, en las proximidades de la Urbanización Valdelagua. Una vez allí, ascendemos durante 2,2 km, en los que tenemos que parar para que Golfer preste su bomba a una "grupeta" formada por dos adultos y un niño. No sabemos quién de ellos tenía más conocimiento, si los adultos o el niño, ya que reconocen tener parches, pero no bomba. Igual tenían intención de hinchar al "método R@ulo": con un embudo y un abanico.Llegamos al inicio del sendero que más nos gusta de la ruta, y que une las Casas del Salto del Lobo con la Urbanización Ciudalcampo. Son 2,6 km de sendero estrecho y cerrado por la vegetación, salpicado con varios charcos y algo de barro que discurre entre el muro del Soto y el vallado de la finca contigua. Adelantamos a una pareja en excursión romántica y al globero-sin-bomba, que había salido "pitando" para que el aire de la rueda le resistiese la mayor distancia posible. Increible, ¡había hinchado y continuado sin reparar!
Recorremos el sendero disfrutón esquivando los charcos y el barro, tan rápido como podemos y sabemos, hasta Ciudalcampo. Allí vamos parando según llegamos para reagrupar. Tras un rato largo de espera van llegando: la pareja, un grupo de bikers del Club Mammoth y el globero-sin-bomba. Ludupe aparece después de todos... ¿razón?... la rueda del globero-sin-bomba se había vaciado de nuevo, y, una vez más, Ludupe y su bomba pararon a prestar ayuda.
Golfer va muy justo de tiempo y se adelanta para llegar a tiempo y conservar su "buen clima familiar". Los demás, tras comentar la "jugada", continuamos callejeando la urbanización, adelantando de nuevo a la feliz pareja y a "los dos adultos+niño", hasta entrar de nuevo en "campo", en la Casa del Toro. Volamos hacia Fuente del Fresno, práctimente agrupados, aprovechando los senderitos que discurren paralelos a la pista. Una vez atravesada la urbanización, entramos en el sendero roto y pedregoso que baja hasta la Casa de Valdealcalá. Lo bajamos "ligeritos", superando los 50km/hora de velocidad. Cruzamos el puente del arroyo de Viñuelas para buscar de nuevo el muro. 6,5km de distancia recorrida en este último tramo.Sólo nos quedan las últimas rampas de subida, 3km que realizamos rápidos al olor de las cervezas que nos esperan en la cafetería del polideportivo, donde nos homenajeamos con una buena opcional, compartimos sensaciones y estudiamos rutas futuras... aunque eso... es ya otra historia...
Redactado por GusTrek.
Fotos: Gustrek.
