Enduro en el Escorial

El municipio madrileño de San Lorenzo del Escorial se sitúa en la vertiente suroriental de la sierra de Guadarrama, a los pies del Monte Abantos y de Las Machotas. El Monasterio del Escorial y el Valle de los Caídos son dos lugares tan emblemáticos para el turismo de la zona como lo son, para los bikers más endureros, los caminos y trialeras que recorren toda la sierra al noroeste de esta población.

Hacía poco más de un mes que habíamos visitado San Lorenzo del Escorial con nuestras monturas, pero Trasgos, reciente incorporación a nuestra grupeta, no había rodado aún por la zona (lleva pocos meses establecido en Madrid), y esta situación no debía mantenerse demasiado tiempo para un alcosansero que se precie.
ASISTENTES
Nos reunimos 6 bikers: Golfer, Gustrek, JRomero, R@ulo, Trabu y Trasgos.

TRACK DE LA RUTA

Haz click aquí para descargar el track de la ruta.

DATOS DE LA RUTA
Sábado 21 de mayo: 33km, 1.135m de desnivel de subida acumulado, 4 horas y 40 minutos (3 horas dando pedales).


IMÁGENES DE LA RUTA



CRÓNICA
Algunos de nuestros bikers se encontraban en Cabezón de la Sal dispuestos a afrontar el reto de completar la mítica marcha del Soplao. El resto nos citábamos en San Lorenzo del Escorial para realizar una ruta de enduro, ya clásica para AlcoSanse MTB.

A las 10.00h, y después de solventar algunos problemas de logística, nos poníamos en marcha, desde el Camino de la Horizontal, los 6 bikers que nos habíamos citado para disfrutar de un magnífico día de primavera y de una zona de ensueño. El primer kilómetro que recorremos nos hace entrar en calor, ya que, como es habitual, la ruta empieza en subida por un camino ancho y pedregoso hasta la portilla próxima al Arca del Helechal.

Una vez traspasada la portilla, nos dirigimos hacia las zetas por una pista ancha y plana que discurre paralela al Cordel del Valle hacia el oeste. Llevamos un ritmo tranquilo que nos permite ir calentando piernas e intercambiar conversación. El día es expléndido y esperamos con ganas cubrir el kilómetro y medio que nos separa de la primera "perla" del día: las famosas "zetas" del Escorial.

Las "zetas" es un sendero con 17 curvas cerradas, de un par de kilómetros en el que se ascienden 150 metros. Una pendiente media del 7,5% sobre un terreno plagado de piñas, con algunas raíces, piedras y escalones. No es complicado ni técnico, pero si exigente con las piernas y los pulmones, porque las continuas zetas que le dan nombre cuentan con escalones, sencillos de superar pero que te piden un esfuerzo extra y te impiden mantener un ritmo constante.

El grupo se estira en la subida, y vamos coronando uno tras otro. Una vez agrupados, continuamos por la pista ancha entre pinos, durante 700 metros planos, que nos conduce hasta Los Llanitos, area recreativa tras la que enlazamos con el asfalto, que nos llevará hasta el alto de Malagón.

Para conquistar el Malagón es necesario rodar durante 2 kilómetros para subir 160 metros, un desnivel del 8% que se hace duro, sobre todos después del esfuerzo realizado para superar las zetas. De nuevo se estira el grupo, y cada uno a su ritmo vamos ganando, metro tras metro, pedalada tras pedalada, la llegada al Pozo de Nieve, desde donde se puede disfrutar de una magnífica vista del valle del Tobar. La subida sin serlo, se nos antoja larga y el calor no ayuda a suavizarla.

Alcanzado el Malagón, aprovechamos para hacer una breve parada para reagrupar, hacer algunas fotos y recuperar parte del líquido perdido en los 7 kilómetros y 55 minutos (paradas incluidas) que llevamos consumidos. Nos pasa una furgo cargada de "descenders", con los que luego nos cruzaríamos en la bajada de los Vascos. Ya queda poco para alcanzar el punto más alto de la ruta, a 1.740 metros de altura: el pico de Abantos.

Bien hidratados y con fuerzas renovadas, continuamos subiendo por el asfalto hasta el desvío hacia Abantos. En este punto en el que abandonamos la carretera por nuestra derecha, comienza una ancha pista que cuenta con unas impresionantes vistas de San Lorenzo del Escorial, presidido por su magestuoso Monasterio. No podemos resistirnos, y paramos para capturar el momento con nuestras cámaras fotográficas.

La parada nos permite reagrupar, para continuar juntos. Poco después de superar la Fuente del Cervunal, tomamos el camino que sale a nuestra izquierda y que nos depositará en lo más alto del pico de Abantos. Este último tramo se convierte en un camino más estrecho y más roto, con un buen número de piedras, la mayor parte de ellas sueltas, lo cual no facilita la escalada. Una vez más, vamos llegando uno tras otro a la cruz que corona el pico, los poco más de 3 kilómetros que nos separaban del Malagón los hemos realizado estirados y sin conversación, eran necesarias todas las fuerzas para los pedales.

Son las 11.25h, y hacemos la parada obligada sobre las rocas del pico. Una barrita, buenos tragos de agua, algunas fotos... Desde aquí, la panorámica sobre el valle es aún más impresionante que las anteriores: se divisa El Escorial, Villalba, Alpedrete, Valmayor... Hay unos cuantos senderistas que comparten con nosotros las vistas, las moles graníticas, el punto geodésico, la antena y cartel amarillo que adornan el lugar.

Tras superar la primera y larga subida del día, y agotar el merecido descanso, toca bajar, así que nos colocamos las protecciones y nos encaminamos, decididos y con ganas, a disfrutar de la primera trialera de la jornada. Este primer sendero plagado de piedras, casi todas ellas sueltas, de 1,3 kilómetros y en descenso es una parte del GR-10 que acaba en el Portillo de Pozos de Nieve. Nos lanzamos como locos a disfrutar de la bajada, pasando sobre las piedras, que saltan a nuestro paso convirtiéndose en peligrosos misiles. Trabu pincha al inicio, como suele pasarle últimamente en esta ruta, y tras la reparación disfruta del "pedroleo" como el que más.

Traspasamos la portilla, y el GR-10 se convierte en una pista que se dirige hacia San Juan en ligera subida. Tras el punto geodésico que marca el enclave, la pista se va estrechando hasta que se convierte en un sendero/trialera tremendamente disfrutón, rápido, divertido y flanqueado por árboles y frondosa vegetación, que nos llevará hasta el abandonado refugio de la Naranjera. Hemos tardado sólo 15 minutos en recorrer los 3,5 kilómetros que nos separaban de Abantos, gozando las dos trialeras de este tramo.

Dejamos las bicis y JRomero, R@ulo y Gustrek, llevamos a Trasgos, novel en esta ruta, a disfrutar de las vistas del Valle de los Caídos, que se divisan desde unas rocas próximas a las que se accede andando. A la vuelta, vemos que el resto del grupo, Golfer y Trabu, está con un par de guardias civiles, que han llegado al refugio sobre sus motos. Nos tememos lo peor, pero comprobamos que estábamos equivocados cuando nos unimos a la conversación. Les hacemos partícipes de los lugares por donde discurre la ruta y no dicen nada al respecto, sólo nos preguntan si hemos visto algún motero por la zona.

Tras 15 minutos de vistas, fotos y charleta con la Benemérita, nos ponemos en marcha para afrontar la tercera trialera del día, ésta más técnica y complicada por un breve tramo en el que la "ensalada de pedrolos" es importante, y encontrar la trazada correcta te puede salvar de hacer algún pie. Disfrutamos de este trialerón de casi kilómetro y medio, con el sillín abajo, el peso atrás y las suspensiones a pleno rendimiento.

La trialera muere en el Camino de las Navacuelas, muy próximo al Campamento Peñas Blancas, en el que paramos a reponer agua en su fuente. El agua no tiene muy buen sabor, pero al menos está fresca. Es la primera vez que veo gente en el campamento, niños jugando al beisbol, al fútbol y montando en bici. ¿Cómo es posible que un lugar situado en un paraje como éste no sea más utilizado?

Cruzamos el campamento y dirigimos nuestras monturas por un sendero plano paralelo al cauce de un río seco que desemboca en el arroyo de Collado del Hornillo, el cual vadeamos en un par de ocasiones, una antes y otra después de cruzar la pista asfaltada que sube hasta el albergue forestal de Casa de las Cuevas. Este sendero discurre por un frondoso bosque durante 4 kilómetros y medio, hasta una portilla que da paso a la cuarta trialera de la mañana.

Esta trialera, de poco más de 1 kilómetro, tiene todo el aspecto de ser el cauce de un río seco, aunque en esta ocasión lleva algo de agua, haciéndola aún más "cachonda". A los pocos metros de iniciarla, me encuentro en mitad del camino con una rama gruesa a modo de lanza, que se ensarta bajo el puente de la horquilla de mi bici, frenándola y lanzándome al suelo sin consecuencias. El impacto fue lo suficientemente serio como para romper la rama en tres pedazos, si está un poco más alta, los que me seguían se hubiesen encontrado con una "brocheta de biker", ufff...

Apartada la rama y sacudido el polvo seguimos disfrutando del tramo, que lo merece, porque es rápido, bonito y tremendamente divertido. La trialera termina en la pista que rodea al embalse de la Aceña, desde el que se divisa los pueblos de Peguerinos y Rejuelos de Abajo. Tras la breve parada para reagrupar y quitarnos las "protes" continuamos rodeando, por su lado este, el embalse, que está de agua a rebosar, cubriendo tanto los árboles de su orilla como la zona de pesca.

Después de 2,3 kilómetros tomamos la pista paralela al arroyo de Navalacuerda, hacia el este, para volver al Malagón. Tenemos por delante la segunda subida larga del día, dividida en dos tramos. El primero de ellos es una pista ancha y en buen estado de 2,5km, que nos deja junto al albergue forestal Casa de la Cueva. Lo recorro junto a JRomero, de charleta e investigando donde pueden conducir las trialeras que salen a su izquierda y las que llegan desde su derecha.

Reagrupamos al final de este primer tramo, para afrontar el segundo, que odio tanto como me gusta el anterior. Esta segunda parte son 3 kilómetros de asfalto en subida continua, que se hacen largos por el cansancio ya acumulado en las piernas. En el ascenso damos caza a un par de bikers que nos adelantaron en el reagrupamiento anterior. Coronamos y hacemos una parada para agruparnos, junto al cartel de Abantos en el que nos hacemos alguna foto. Se ha terminado el penar y ahora toca gozar.

Para llegar a los Vascos, última trialera del día y "fin de fiesta" de la ruta, recorremos los 1,3 kilómetros que nos separan de ella, la primera parte por el asfalto de la Real Cañada Leonesa y los últimos metros por la pista que tomamos al principio de la mañana para dirigirnos al pico de Abantos. Al inicio de la trialera, parada, nos colocamos las protecciones y... "al lío".

Esta es una de las trialeras que más me gustan de la sierra de Madrid, rápida, disfrutona y con tres o cuatro pasos técnicos donde el arrojo es imprescindible para superarlos. Tiene un par de tramos diferenciados. El primero de ellos es de 2 kilómetros y comienza con un sendero estrecho, rápido y limpio, en el que poco a poco van apareciendo buenas piedras que lo aderezan y lo complican, a las que se suman varia curvas muy cerradas con escalones, árboles caídos, surcos... enduro en estado puro. Al final de este primer tramos nos pasa como una exhalación un descender, imagino que del grupo con el que nos cruzamos al inicio de la jornada en el Malagón.

El primer tramo acaba en la pista donde empieza el segundo. Esta segunda parte tiene la mitad de distancia, 1 kilómetro, y se caracteriza porque a las piedras se les unen unas buenas raíces que van cargando aún más los brazos, que ya llevamos calentitos. Disfrutamos como niños del pedregal y paramos en el último paso, un árbol que nos muestra todas sus raíces con una alambrada a cada lado, donde unos lo pasamos por un lado y otros por el contrario. En este punto nos pasan tres o cuatro descenders más, con sus 200mm de recorrido a pleno rendimiento.

Tras esta traca final, recorremos los pocos metros que nos separan del restaurante La Horizontal, donde damos buena cuenta de unas cervezas y coca-colas antes de dirigirnos a los coches para regresar a casa. Un buen día de enduro que comentamos en la vuelta, donde tambien hacemos planes futuros, aunque eso... ya es otra historia...

Redactado por Gustrek.
Fotos: R@ulo y Gustrek.


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