Día de la madre en el Pardo

Primer domingo de mayo, día de la madre. Para cumplir nuestros compromisos familiares necesitábamos un lugar cercano que nos permitiese estar a una hora prudente en casa, sin renunciar por ello a realizar algo disfrutón que nos dejase un buen sabor de boca.

Y nada más fácil para conseguirlo que acercarnos a rodar por los senderos del Pardo, una zona próxima a nuestras casas y que permite realizar una ruta breve pero intensa y donde es sencillo encontrar el tan anhelado "flow".

ASISTENTES
Nos reunimos 4 bikers : Dani, GusTrek, Jesusla y Ñako.

TRACK DE LA RUTA

Haz click aquí para descargar el track de la ruta.

DATOS DE LA RUTA
Domingo 1 de mayo: 32km, 640m de desnivel de subida acumulado, 3 horas (2horas y 15 minutos dando pedales).


IMÁGENES DE LA RUTA




CRÓNICA
Sin muchas garantías de que el buen tiempo nos acompañase, quedamos en la calle Braojos a las 9.30h con Ñako. 30 minutos antes Jesusla, Dani (al que no veíamos desde hacía tiempo) y el que suscribe nos habíamos citado en Alcobendas para dirigirnos juntos al punto de encuentro. El número de integrantes de la grupeta se había visto mermado por la participación de algunos de los habituales alcosanseros en la segunda edición de los 101 Peregrinos, en el Bierzo.

Puntuales llegamos al lugar del encuentro, donde bajamos nuestras monturas de los coches y las preparamos para la jornada. La nueva Cannondale de Dani parece quejarse en cada giro, y es que el disco de freno delantero se empeña en arrimarse en exceso a las pastillas... los discos doblados es lo que tienen. En cuanto llega Ñako, y tras los preceptivos saludos, nos ponemos en marcha subiendo las escaleras que nos dan acceso a los primeros senderos de la mañana.

La lluvia de los días anteriores ha dejado el terreno en perfecto estado: humedo, pero sin charcos ni barro, y el cielo: parcialmente cubierto, pero de esas nubes que no descargan agua. Y con estas condiciones afrontamos las dos primeras rampas de subida, pegados al muro y rodando sobre los surcos y piedras que salpican el camino. Son tantas ya las veces que hemos rodado por esta zona que nuestro subconsciente tiene automatizado como ir avanzando, cual es el desarrollo y cual la trazada correcta.

Subimos juntos y de charleta, con Dani algo descolgado, quizás porque llevar la rueda delantera algo frenada no ayuda. Nos cruzamos varios grupos de bikers y de "paseantes", los nubarrones de la sierra y la ausencia de lluvia en el Pardo invitan a disfrutar de la zona.

Hemos llegado al primer sendero de bajada de la mañana, el más corto de los que haremos, y tras reagrupar nos lanzamos con ganas hacia abajo. El sendero tiene dos tramos, separados por la carretera que sube al Club de Tiro de Somontes. Ambos tienen apenas medio metro de ancho, revirados y muy disfrutones. El primero está más despejado, le acompaña una buena caída a la izquierda y nos regala algún pequeño salto, unos cuantos surcos y algún tobogán que otro. El segundo tiene una vegetación más espesa y alta que encajona el recorrido, un par de curvas cerradas bien peraltadas y tres saltos "prefabricados" que nos depositan junto a la M-605.

Reagrupamos de nuevo al final de la bajada, y nos dirigimos paralelos a la carretera por el sendero de los toboganes hacia el norte. Este camino es más plano, con unos cuantos divertidos "sube y baja" y alguna minibajada picante de escalones formados por raíces. Buena parte del sendero discurre en el interior de un frondoso bosque que te hace pensar que estás muy alejado de la civilización, aunque nada más lejos de la realidad: pasamos junto a las vías del tren, frente a una gasolinera y terminamos en las casas más al sur del Pardo.

Cruzamos el cauce seco del arroyo de la Nava y giramos noventa grados a la derecha (hacia el este), para dirigirnos hacia la segunda zona de senderos que disfrutaremos. Esta zona está delimitada por la alambrada del Tambor al norte, el arroyo de la Nava al este y la M-612 al sur y al oeste. Existen aquí cuatro senderos, dos de los cuales haremos de subida y los otros dos de bajada.

Comenzamos con el primero de subida, pegado a la M-612. Subida tendida y sin dificultades en la ascendemos con Ñako pegado a mi rueda, Jesusla algo más rezagado y Dani cerrando filas. De cuando en cuando bajamos el ritmo y/o paramos para reagrupar y que nadie se nos pierda entre la maleza. Hemos llegado a la Casa de la portillera del Tambor, y tras un par de intentonas encontramos el inicio del segundo sendero de la zona, en este caso de bajada.

Sendero largo y muy divertido, en el que necesitas dar pedales para llevar una buena velocidad, estrecho y flanqueado por árboles a ambos lados, curvas rápidas y alguna pequeña rampa que te obliga a cambiar el ritmo. Circula primero paralelo al arroyo del camino Viejo del Pardo a Fuencarral, y después al de la Nava, ambos totalmente secos. Sigo encabezando el grupo (después de tantas veces he conseguido aprenderme el camino), seguido por Jesusla, Ñako y Dani, y disfrutamos de la senda con un buen desarrollo. Reagrupamos una vez más y volvemos a cruzar el arroyo por el gran tobogán, que nos pide el molinillo para su parte de subida.

Nos dirigimos ahora hacia el noreste por pista, para buscar la alambrada y tomar el tercer sendero de la zona, como es lógico, ahora en subida. Este tramo tiene algo más de pendiente, pero totalmente asequible, y estira algo más al grupo. Me da el relevo Ñako, a cuya rueda me pego (¡en qué hora, me lleva con la lengua fuera!), por detrás Jesusla y cerrando, aún con problemas en la rueda delantera, Dani. De nuevo en la Casa de la portillera, donde paramos unos minutos para hacernos alguna foto e intentar solucionar, sin éxito, el problema de la Cannondale de Dani.

El último sendero de esta zona es el del mirador. Hasta llegar a él llaneamos durante un kilómetro y hacemos una parada algo más larga para disfrutar de las vistas, hacernos la foto de rigor bajando las escaleras y dar un mordisco a una barrita para apaciguar el hambre, que a estas horas aún no es mucha. Otra senda muy disfrutona que se nos hace muy corta. Ésta también tiene, en su primera parte, una buena caída a la izquierda, buenas curvas cerradas, algún surco que otro y un paso muy roto entre árboles en el que, si no lo conoces, te puedes llevar un buen susto.

Reagrupamos al final de la bajada con una amplia sonrisa en el rostro, y es que la zona es muy agradecida y el grip es bastante mejor que otros días. Atravesamos por última vez el tobogán del arroyo de la Nava y tomamos dirección noroeste para subir hasta el depósito del canal, ese que parece un bunker. Esta subida es un pelín más exigente, y separa más las unidades del grupo, con las piernas ahora algo más cargadas. Y es que los kilómetros del Pardo... ¡¡tienen 1.200 metros!!

Toma el mando Ñako, y nuestro objetivo ahora es recorrer el sendero que en su día descubrió y, que sin ser complicado, tiene su "cosa". Es estrecho y a la izquierda te acompaña el resto de una alambrada, de la que sólo quedan los postes, recortados a unos 40cm y con aspecto de querer clavarse en tu costado si te equivocas de trazada y caes sobre ellos. Lo concluimos sanos y salvos.

Tras terminar la corta senda, volvemos a subir hasta el camino que habíamos dejado, pero unos metros más adelante, y continuamos hacia el norte con alguna bajada interesante plagada de surcos desordenados. Para mí esta zona es inédita, y me sorprende con un rampón de 30 metros y el 30% de desnivel plagado de grandes raíces. Un grupo de bikers lo suben pateando, lo cual nos sirve de estímulo para que Ñako y yo lo hagamos del tirón sin hacer ningún pie (somos como niños, jeje).

Tras el rampón, giramos hacia el oeste y en una bajada bien empinada, mi rueda trasera se marca un cruzada que por poco provoca que mis huesos den con el suelo. Aún no sé cómo, pero coloco la bici en su sitio y logro salvar la situación, ante la atónita mirada de Jesusla que ya presenció otra situación igual en el camino del Ingeniero el año pasado. Ahora nos dirigimos hacia las calles y pistas del Pardo, para llegar hasta la colonia de Mingorrubio y repostar agua en la única fuente, que sepamos, operativa.

Desde allí nos dirigimos al sendero que discurre paralelo a la orilla oeste del Manzanares, hasta el puente de los Capuchinos, el cual cruzamos para continuar por la orilla este. Unas cuantas pedaladas más y llegamos de nuevo a la M-605, para atravesarla y regresar por el sendero de los toboganes que recorrimos a primera hora de la mañana. La cerveza nos llama, y avivamos el ritmo para dar buena cuenta de ella.

Regresamos por el camino habitual, paralelos a la carretera hasta llegar a la M-40, que cruzamos sobre el túnel. Unos cuantos metros más y nos encontramos las escaleras con la que inciamos la mañana, bajadas las cuales, nos dirigimos a un bar próximo donde damos buena cuenta de una gran jarra de cerveza con limón y planeamos aventuras futuras, aunque eso... ya es otra historia...

Redactado por Gustrek.
Fotos: Gustrek y Jesusla.

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