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DATOS DE LA RUTA
CRÓNICA
Cuando me puse a diseñar la ruta, pensé en unir algunos los senderos más divertidos que conozco por aquí, situados en el término de Fresnillo de las Dueñas, con la subida al vértice geodésico “cuerno blanco”, y así los más valientes pudieran domar su trialera, para enlazar con un tramo del sendero gr-14 que discurre por la Ribera del Duero llegando a Vadocondes, y desde aquí dirigirnos al monte de La Calabaza a conocer sus “arenas” omnipresentes, y ya poner rumbo de nuevo a Aranda a por la “opcional”. Una vez terminado el track me salían los nada despreciables (para un paket) 63 km de puro montanbike, y pensando en la comida posterior, se hizo aconsejable comenzar la ruta a las 9:00h del sábado, que para los lugareños no nos supuso un gran esfuerzo, pero para los que se desplazaban desde la “capi”, el madrugón fue considerable.
A las 9:00h nos encontrábamos en el parking Gustrek (infiltrado Alcosansero cargado de equipaciones) y yo (Arandino), en unos bancos cercanos Vicente ya hacia algunos estiramientos para calentar, poco después llegan Aguado, seguido de Andrés, César y Noelia (su hermana) única fémina del grupo, al poco aparece Tato, ya solo faltan Tedeme y Txombo que aparecen a lo lejos…. Ah no, faltaba el “Padre Paket” que llegaba con un poco de retraso por dejarse el móvil en casa cuando ya llevaba recorridos unos kilómetros de A-1 (el que no tiene cabeza…), nos faltó el “vice” Blackmoon que por motivos de salud no pudo asistir a la cita, aunque no perdonó la posterior comilona.
El tiempo era fresco y amenazaba lluvia aunque al final nos respetó. Partimos todos juntos en dirección este, paralelos a la vía del tren que lleva a la antigua estación Chelva (abandonada). Pasada ésta, cogimos un desvío a la derecha en dirección sur hacia el término de Fuentespina donde ya nos encontramos con un pequeño repecho para calentar las piernas. Mas adelante y como entrada a un pequeño pinar nos encontramos con una corta pero dura subida por la inclinación y el guijarro suelto que pone a prueba nuestra habilidad y nuestras fuerzas, donde se produce la primera de las muchas caídas (todas sin consecuencias) que hubo, y como no, fue Andrés (el Ruso) el que inauguró el marcador con una de sus típicas caídas.Una vez coronada esta dificultad, nos planteamos seguir con la subida al “Cuerno Blanco” para posteriormente hacer su divertido descenso, pero la falta de tiempo, las fuerzas ya algo maltrechas, y la imagen de las deliciosas cervezas al final de la ruta, hace que dejemos esta parte para cuando se recupere Blackmoon, y ponemos rumbo a un divertido descenso por unas sendas que yo llamo cariñosamente las del “Bombero”, que hacen que disfrutemos como niños con la arena suelta presente en cada curva. Ahora, ya después de el reagrupamiento, cruzamos la carretera N-122 y ponemos rumbo al sendero Gr-14, que discurre paralelo al río Duero y a su mismo nivel, lo que hace que esté algo degradado debido a las crecidas del rio por las lluvias de este año, y tengamos que serpentear para no descabalgar nuestras monturas. Llegamos a Vadocondes donde algunos rellenan sus bidones de agua en una fuente del pueblo. Ponemos rumbo al monte de “la Calabaza” el cual bordeamos por su extremo sur, paralelos al canal de Guma. El mal estado del camino y el progresivo incremento de ritmo hacen que manchemos de barro nuestras monturas y nuestra indumentaria.
Una vez que llegamos al “Puente Conchuela” nos reagrupamos nuevamente, pues el último tramo asfaltado y el pensamiento en las cervezas finales, hizo que cada uno pusiera su ritmo, que fue verdaderamente rápido. Nos dirigimos al “Bar Jamari” donde saciamos la sed con unas jarras de cerveza (algunos con limón y otros no) y miramos nuestros cuentakilómetros y gps´s que ya marcaban cerca de los 50 km. Aquí nos despedimos de los que no disponían de tiempo para la comida final (verdadera razón de todo esto jajaja).
Nos dirigimos ya aseados a Adrada de Haza, pakets, señoras de los pakets (expendedoras de bonobicis) y otros amigos más, rumbo a la bodega de la familia de mi señora, donde pudimos degustar unos cuartos de lechazo asado, regados con vino de autor y ensaladas, como postre leche frita de la abuela, y lo que se presumía que eran trufas de chocolate (jajajaja) muy buenas por cierto, y un chupito de pacharán cortesía de Blackmoon. En el bar “un tinto y una de callos” tomamos café y comentamos las mejores jugadas del día, despidiéndonos hasta otra y con ganas de repetir la ruta entera para domar la “cuesta de la muerte Arandina”.
Redactado por Arandino.
Fotos: Arandino y GusTrek.