La Sierra de la Cabrera es una estribación rocosa de la Cuerda Larga, uno de los macizos más importantes de la Sierra de Guadarrama. Estamos ante el macizo granítico más grande de la zona oriental de esta sierra. Está formada por rocas plutónicas, con dos tipos de granito, de grano fino y grueso, y con un relieve muy escarpado en sus laderas meridionales.
Ya sabéis de nuestra afición por rodar sobre el granito, en sus multiples formas y tamaños... y qué mejor lugar para hacerlo que es esta parte de la sierra de Madrid donde tanto abunda el mencionado material. El Cancho Gordo, con 1.564m, y el Pico de la Miel, de 1.392m., las dos altitudes más importantes de la zona, fueron, este sábado, testigos de nuestras pedaladas.
ASISTENTES
Nos reunimos 5 bikers: Gustrek, Jesusla, Ñako, Trasgos y Trabu.
TRACK DE LA RUTA
Haz click aquí para descargar el track de la ruta.
DATOS DE LA RUTATRACK DE LA RUTA
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Sábado 1 de octubre: 43,5km, 1.025m de desnivel de subida acumulado, 4 horas y 50 minutos (3 horas y 30 minutos dando pedales).
IMÁGENES DE LA RUTA
CRÓNICA
Fotos: Gustrek y Jesusla.
IMÁGENES DE LA RUTA
CRÓNICA
A las 8.00h nos reunimos los cinco asistentes en Alcobendas, para dirigirnos juntos hacia Navalafuente, lugar donde iniciaríamos esta nueva aventura "mtbera". Unos minutos antes de las 9.00h estamos aparcando nuestros coches en el aparcamiento de Navalafuente, más lleno de lo habitual por la presencia de bastantes miembros del Club Valtueña, con los que sólo coincidimos en el inicio de la ruta y en la opcional.
Comenzamos a dar pedales hacia el este de Navalafuente, por el camino de Miraflores, que deja de estar asfaltado en el momento en que sale de la población. Como es habitual, los primeros kilómetros pican hacia arriba y, sin ser exigentes, nos permiten entrar en calor, algo que se agradece a estas horas de la mañana. Después de recorrer algo más de kilómetro y medio nos desviamos hacia el norte, para buscar el camino de las Viñas, que nos acercará hacia Bustarviejo.
El camino de la Viñas es una pista ancha y de buen firme a los pies del Pendón, con unas vistas inmejorables de todo el valle que rodea el embalse de Pedrezuela. Duante un par de kilómetros rodamos entre árboles, antes de llegar a las ruinas de los Barracones. Vamos agrupados y de charleta, con nuestras fuerzas aún intactas.
En 30 minutos hemos cubierto los 6 primeros kilómetros, todos ellos en ascenso, momento en el que, próximos a Bustarviejo, abandonamos la pista por una trialera hacia el este, para buscar la M-631. La trialera, de poco más de un kilómetro, se caracteriza por sus grandes lanchares de granito, pasos asequibles y pendiente moderada. La disfrutamos durante el poco tiempo que nos dura, y en breve, nos encontramos con el asfalto de la carretera, que seguimos hacia el este durante unos metros hasta el arroyo de Navalengua, donde la abandonamos tomando el camino que sube hacia la estación del ferrocarril.
Tras el receso de la trialera, toca de nuevo subir, ahora durante los próximos 7 kilómetros que nos separan del Medio Celemín. Comenzamos este tramo por el camino que sale de la carretera, por terreno algo más estrecho y roto que el que hasta ahora habíamos recorrido. Pasamos junto a la estación Valdemanco-Bustarviejo y junto a la laguna de Navalengua, antes de rodar unos metros junto a las vías del tren, que cruzaremos por un puente para dirigirnos hacia las casas de La Inmaculada (cerca de Valdemanco).
Callejeamos por esta urbanización, para, después, cruzar la M-610 y bordear el Cerrillo de Matallera, otra urbanización próxima a Valdemanco. La temperatura es agradable, rodamos a pleno sol aunque no hace demasiado calor. Dejamos el asfalto de la urbanización para entrar en un sendero estrecho entre robles, una de esas subidas que nos gustan, que disgregan al grupo y que nos lleva hasta la Cañada Real Segoviana, pista de ascenso hasta el Medio Celemín.
La subida al Medio Celemín es muy tendida, y la hacemos en un "visto y no visto", prácticamente agrupados. A mitad de camino paramos a hacer foto de grupo, con el Cancho Gordo y el Pico de la Miel a nuestra espalda. Tras coronar hacemos una breve parada para hidratarnos, nutrirnos y charlotear un rato sobre lo humano y lo divino. Son las 10.25h y llevamos recorridos 14km, prácticamento todo en ascenso excepto la trialera y algo de llaneo en la Cañada Real Segoviana.
Tras el receso, continuamos la marcha hacia el norte, por la cañada, ahora en descenso continuo durante unos cuantos kilómetros. La bajada la hacemos por una pista rota, con algunas piedras sueltas (recibimos algún impacto en la tibia) y algún surco que otro. Disfrutamos el descenso a buena velocidad, lo que provoca que dure poco. Pasada la vía del tren abandonamos la cañada real para tomar la M-988 hasta Fuente Blanquilla, donde cambiamos dirección hacia el sureste.
El camino se estrecha, y continúa bajando hasta el arroyo Jóbalo, donde comienza un sube y baja por un sendero entre árboles, salpicado por algunas piedras que nos lleva hasta las proximidades de la Nacional I. Aprovechamos algún paso pedrolero para inmortalizar el momento con la cámara fotográfica.
Llegando a la A-1 tenemos un puente que la cruza a nuestra izquierda, y un rampón de los que quitan el hipo a la derecha. Cumpliendo la ley de Murphy, nos dirigimos a la derecha, pensando en qué momento del rampón tendría que empezar a empujar la bici. Pero tanto las piernas como la "patata" funcionan hoy de maravilla, así que, pedalada a pedalada, voy venciendo el importante desnivel que, unos metros después, nos deja en La Asperilla. Desde aquí bajamos hasta la antigua carretera para acercarnos a La Cabrera y rodearla por su norte.
A las 12.25h, y con 32km a nuestras espaldas, salimos de La Cabrera por un sendero que nos deposita en el GR-10, la pista que nos sube hasta el Convento de San Antonio, donde paramos a reponer líquidos y a disfrutar de la paz que se respira en el lugar. Un buen número de visitantes del convento comparten con nosotros el momento.
Desde el convento sale un sendero estrecho, el camino del Reconquillo, que se convierte en una divertida trialera, sencilla pero disfrutona, de un par de kilómetros que desemboca en la M-610. Disfrutando cada piedra, cada surco y cada curva damos buena cuenta de la senda, llegando en pocos minutos al asfalto con una sonrisa de oreja a oreja.
Pedaleamos por el asfalto hasta llegar a las afueras de Valdemanco, donde tomamos el camino que, pegado a las vías del tren, avanza hacia el suroeste. Acompañamos a las vías durante algo más de un kilómetro, hasta que nos desviamos a nuestra izquierda para tomar el camino de Guadalix hasta la M-631, que cruzamos junto a la depuradora de Bustarviejo.
Pasada la depuradora el camino se convierte en un sendero paralelo al arroyo de Cargüera, que se va transformando en una divertidísima trialera, estrecha, muy pedregosa y con un par de pasos picantes que ponen la guinda al pastel. Abandonando nuestra costumbre de no parar en este tipo de tramos, hacemos un breve receso para sacar un par de fotos. La trialera nos deja en Navalafuente, muy cerca de los coches y de una buena terraza donde disfrutar de una buena opcional.
Disfrutamos de una buena jarra de cerveza con limón, comentando el buen sabor de boca que nos ha dejado la ruta, sus vistas, sus senderos, sus piedras... Hemos hecho 43km y algo más de 1.000m de desnivel acumulado, pero estamos frescos y con ganas de más, aunque tendremos que esperar a la próxima ruta porque se nos ha echado encima la hora de comer. Todos a los coches y en ellos a nuestras casas, pensando en aventuras futuras, pero eso... ya es otra historia...
Redactado por Gustrek. 
Comenzamos a dar pedales hacia el este de Navalafuente, por el camino de Miraflores, que deja de estar asfaltado en el momento en que sale de la población. Como es habitual, los primeros kilómetros pican hacia arriba y, sin ser exigentes, nos permiten entrar en calor, algo que se agradece a estas horas de la mañana. Después de recorrer algo más de kilómetro y medio nos desviamos hacia el norte, para buscar el camino de las Viñas, que nos acercará hacia Bustarviejo.El camino de la Viñas es una pista ancha y de buen firme a los pies del Pendón, con unas vistas inmejorables de todo el valle que rodea el embalse de Pedrezuela. Duante un par de kilómetros rodamos entre árboles, antes de llegar a las ruinas de los Barracones. Vamos agrupados y de charleta, con nuestras fuerzas aún intactas.
En 30 minutos hemos cubierto los 6 primeros kilómetros, todos ellos en ascenso, momento en el que, próximos a Bustarviejo, abandonamos la pista por una trialera hacia el este, para buscar la M-631. La trialera, de poco más de un kilómetro, se caracteriza por sus grandes lanchares de granito, pasos asequibles y pendiente moderada. La disfrutamos durante el poco tiempo que nos dura, y en breve, nos encontramos con el asfalto de la carretera, que seguimos hacia el este durante unos metros hasta el arroyo de Navalengua, donde la abandonamos tomando el camino que sube hacia la estación del ferrocarril.
Tras el receso de la trialera, toca de nuevo subir, ahora durante los próximos 7 kilómetros que nos separan del Medio Celemín. Comenzamos este tramo por el camino que sale de la carretera, por terreno algo más estrecho y roto que el que hasta ahora habíamos recorrido. Pasamos junto a la estación Valdemanco-Bustarviejo y junto a la laguna de Navalengua, antes de rodar unos metros junto a las vías del tren, que cruzaremos por un puente para dirigirnos hacia las casas de La Inmaculada (cerca de Valdemanco).
Callejeamos por esta urbanización, para, después, cruzar la M-610 y bordear el Cerrillo de Matallera, otra urbanización próxima a Valdemanco. La temperatura es agradable, rodamos a pleno sol aunque no hace demasiado calor. Dejamos el asfalto de la urbanización para entrar en un sendero estrecho entre robles, una de esas subidas que nos gustan, que disgregan al grupo y que nos lleva hasta la Cañada Real Segoviana, pista de ascenso hasta el Medio Celemín.La subida al Medio Celemín es muy tendida, y la hacemos en un "visto y no visto", prácticamente agrupados. A mitad de camino paramos a hacer foto de grupo, con el Cancho Gordo y el Pico de la Miel a nuestra espalda. Tras coronar hacemos una breve parada para hidratarnos, nutrirnos y charlotear un rato sobre lo humano y lo divino. Son las 10.25h y llevamos recorridos 14km, prácticamento todo en ascenso excepto la trialera y algo de llaneo en la Cañada Real Segoviana.
Tras el receso, continuamos la marcha hacia el norte, por la cañada, ahora en descenso continuo durante unos cuantos kilómetros. La bajada la hacemos por una pista rota, con algunas piedras sueltas (recibimos algún impacto en la tibia) y algún surco que otro. Disfrutamos el descenso a buena velocidad, lo que provoca que dure poco. Pasada la vía del tren abandonamos la cañada real para tomar la M-988 hasta Fuente Blanquilla, donde cambiamos dirección hacia el sureste.
El camino se estrecha, y continúa bajando hasta el arroyo Jóbalo, donde comienza un sube y baja por un sendero entre árboles, salpicado por algunas piedras que nos lleva hasta las proximidades de la Nacional I. Aprovechamos algún paso pedrolero para inmortalizar el momento con la cámara fotográfica.Llegando a la A-1 tenemos un puente que la cruza a nuestra izquierda, y un rampón de los que quitan el hipo a la derecha. Cumpliendo la ley de Murphy, nos dirigimos a la derecha, pensando en qué momento del rampón tendría que empezar a empujar la bici. Pero tanto las piernas como la "patata" funcionan hoy de maravilla, así que, pedalada a pedalada, voy venciendo el importante desnivel que, unos metros después, nos deja en La Asperilla. Desde aquí bajamos hasta la antigua carretera para acercarnos a La Cabrera y rodearla por su norte.
A las 12.25h, y con 32km a nuestras espaldas, salimos de La Cabrera por un sendero que nos deposita en el GR-10, la pista que nos sube hasta el Convento de San Antonio, donde paramos a reponer líquidos y a disfrutar de la paz que se respira en el lugar. Un buen número de visitantes del convento comparten con nosotros el momento.
Desde el convento sale un sendero estrecho, el camino del Reconquillo, que se convierte en una divertida trialera, sencilla pero disfrutona, de un par de kilómetros que desemboca en la M-610. Disfrutando cada piedra, cada surco y cada curva damos buena cuenta de la senda, llegando en pocos minutos al asfalto con una sonrisa de oreja a oreja.
Pedaleamos por el asfalto hasta llegar a las afueras de Valdemanco, donde tomamos el camino que, pegado a las vías del tren, avanza hacia el suroeste. Acompañamos a las vías durante algo más de un kilómetro, hasta que nos desviamos a nuestra izquierda para tomar el camino de Guadalix hasta la M-631, que cruzamos junto a la depuradora de Bustarviejo.Pasada la depuradora el camino se convierte en un sendero paralelo al arroyo de Cargüera, que se va transformando en una divertidísima trialera, estrecha, muy pedregosa y con un par de pasos picantes que ponen la guinda al pastel. Abandonando nuestra costumbre de no parar en este tipo de tramos, hacemos un breve receso para sacar un par de fotos. La trialera nos deja en Navalafuente, muy cerca de los coches y de una buena terraza donde disfrutar de una buena opcional.
Disfrutamos de una buena jarra de cerveza con limón, comentando el buen sabor de boca que nos ha dejado la ruta, sus vistas, sus senderos, sus piedras... Hemos hecho 43km y algo más de 1.000m de desnivel acumulado, pero estamos frescos y con ganas de más, aunque tendremos que esperar a la próxima ruta porque se nos ha echado encima la hora de comer. Todos a los coches y en ellos a nuestras casas, pensando en aventuras futuras, pero eso... ya es otra historia...
Fotos: Gustrek y Jesusla.
