Moralzarzal, hoy, sin nieve

Lo cierto es que éste ha sido un invierno raro en nuestro grupo:

Unos preparándonos las largas marchas que tienen lugar bien entrada ya la primavera, con entrenamientos seguidos de forma más o menos estricta por unos y otros, pero que en cualquier caso aconsejaban la práctica en solitario durante un tiempo (¿onanismo ciclista, tal vez? Jajaja). O, ya más avanzada la temporada, planteándonos unas etapas, más maratonianas y pisteras, que se alejaban en cierta manera del espíritu del grupo. Otros, con cargas laborales, conyugales y/o “fiesteras” que han cercenado en parte sus bono-bicis. También nos acordamos de algún componente con problemas físicos.

Y no pocos, todo sea dicho, con cierta pereza a la hora de salir a pedalear en las duras condiciones que nos brinda en esta época del año nuestra amada sierra madrileña: barro, nieve, agua, frío, etc. El caso es que reunir un grupo de más de 5 ha sido tarea ardua. Por ello, ahora que (esperemos que continúe) viene el buen tiempo, comienzan a volver al redil parte de los componentes “desaparecidos”. Bienvenidos, amigos.

ASISTENTES
Nos reunimos 5 bikers : Golfer, Gustrek, Magellan, Ñako y R@ulo.

TRACK DE LA RUTA

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DATOS DE LA RUTA
Sábado 9 de abril: 37,5km, 981m de desnivel de subida acumulado, 4 horas y 15 minutos (3 horas y 10 minutos dando pedales).

IMÁGENES
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CRÓNICA

El sábado día 9 de abril habíamos quedado en la plaza de toros de Moralzarzal, siguiendo las indicaciones de Gustrek, al cual yo creo que ya no le quedaban uñas que morderse esperando una ruta “pedrolera” como Dios manda (la semana anterior habíamos estado en Hoyo, que conste).

Allí acudimos, fieles a nuestra cita: Magellán, Ñako, Gustrek, R@ulo y un servidor.

Tras los primeros saludos (a Raúl hacía varios meses que no le veía), nos ponemos en marcha y…¡cómo no, comenzamos subiendo! El Telégrafo, más concretamente.

Es una subida que ya hemos hecho antes: no muy larga y no muy empinada, perfecta para ir “desentumeciendo” los músculos. Ñako y yo nos marcamos desde el principio un ritmo algo más elevado que el resto del grupo. En mi caso, porque ya me queda poquito para los Peregrinos y quiero ir probándome.

Al principio de la subida coincidimos con un par de bikers que nos preguntan si esa es “la subida que sube al Telégrafo”. Buena respuesta de Ñako que dice que, “evidentemente, sí, es una subida que sube”…y en este caso hacia el Telégrafo. Seguimos subiendo a nuestro ritmo y de vez en cuando lo bajamos para ver cómo vienen los de detrás.

Así, entre subes y esperas, nos plantamos en la recta que nos deja en el comienzo de la trialera del somier (¡qué original el que le puso el nombre, verás cuando alguien quite ese objeto de ahí!). Unos instantes después nos da alcance uno de los bikers que nos habíamos cruzado abajo, el cual sigue hacia “la cumbre”. Justo detrás de él viene Gustrek, que ha comenzado la subida con Raúlo y Magellán pero parece ser que la pastilla no le hizo efecto más que unos metros y enseguida siguió su instinto de machacar las bielas en cada pedalada…

Allí mismo comenzamos con la tediosa labor de colocarnos las protecciones; en mi caso se me hace imposible pedalear cuesta arriba con las de las piernas y con el “apósito mandibular” del casco. Es cierto que las POC son comodísimas y muy flexibles, pero me cargan las piernas, imagino que porque éstas no son muy finas que digamos y me aprietan los ajustes. Y con el desmontable del casco, me ahogo cuando aumenta la demanda de oxígeno: seguramente es sólo una sensación, pero no me acostumbro. Así que a montar-desmontar tocan.

Y comienza la diversión: es la del somier una trialera picantona, no muy técnica (sólo un par de pasos con cierta dificultad, nada del otro mundo), con mucha piedra suelta…y muy rápida.

Llego abajo con los frenos echando humo, he bajado rapidito pero con precaución (el terreno empieza a estar muy seco y la tierra ya no agarra como hace unas semanas). Detrás de mí llegan Gustrek (el cual cada vez va sintiéndose más compenetrado con su Enduro, se le nota en cómo baja) y Ñako (el cual, además de subir como un tiro, también baja ya muy seriamente).

Un ratillo después llegan Raúlo y Magellán, el cual parece ser que ha pillado muy levemente en un paso…y R@ulo, aunque se dio cuenta (¿tiene un radar el tío?) no tuvo tiempo de filmarlo en vídeo. Lástima, porque Alfonso se cae y se levanta con un arte que p’a qué…

Una vez despojados de nuestras protecciones continuamos nuestro camino, cruzando Navacerrada y a la búsqueda de nuestra siguiente trialera. Gustrek, que hace las veces de guía apoyado por su GPS y con el cual parece haber discutido hoy (donde esté nuestro gran GPS humano…), nos dirige en una desenfrenada bajada por una pista bastante rota, pero pista al fin y al cabo.

Yo voy siguiéndole a una distancia prudencial y en un momento dado pasa él y sale un perro de un matorral a unos 10m delante de mí: voy a toda pastilla y, evidentemente, no me da tiempo a pensar y mucho menos a detener la bici…afortunadamente el chucho sigue su camino y no colisionamos por pocos metros. Bufff, no quiero pensar qué habría pasado en caso de atropello.

Lo mejor de todo es que, cuando llegamos abajo, Agustín mira perplejo a su GPS (¿le ha engañado? jajajaja) y nos anuncia lo que ya nos imaginábamos: “pues no era por aquí”. Nada, a subir lo bajado, que para eso están las piernas, jejeje.

Tras un tramo que todos convenimos que es la parte “descartable” de la ruta (el rodeo del embalse de Navacerrada), nos plantamos en la subida que nos dejará en el comienzo de las dos siguientes trialeras del día: sí, primero bajaríamos una, volveríamos a hacer la subida y a por la segunda (el comienzo es común). Pero no adelantemos acontecimientos. Aprovechamos para volvernos a colocar las protecciones y bajar los sillines.

La primera trialera es muy interesante, con algún paso técnico (especialmente una curva a derechas con gran pendiente y alguna “piedrecilla” en medio), y no muy larga, aunque sí lo suficiente para disfrutar y poner a prueba suspensiones y frenos. Bajo el primero y a buen ritmo, seguido de nuevo por Gustrek y Ñako (no sé si en este orden), R@ulo y Magellán.

Finalmente llegamos a una pista y en esta ocasión nos dejamos las protes puestas, ya que sólo tenemos que bordear la montaña para volvernos a ubicar en el inicio de la subida antes mencionada.

No querría dejar de mencionar otra disputa que se trajeron Gustrek y su GPS, que nos metió por la parte interior de una valla ante el cachondeo (imaginamos) de la señora que gentilmente nos abrió la puerta para minutos después vernos volver a cruzarla en sentido inverso. Gajes del oficio.

La segunda trialera comienza subiendo (¡qué cruz, Señor!). Y es que una vez que tienes el sillín abajo, eso de tener que pedalear hacia arriba… Una tija-pija es lo próximo que (si finalmente la Genius se queda conmigo, lo cual es casi seguro) tengo que agenciarme.

Pero es lo de siempre: todo lo que sube baja, así que si subir más significa que la bajada será más larga, bienvenida sea aquélla. Y así fue, la segunda trialera es más disfrutona que la primera: más larga, más rápida y menos técnica. Tiene un primer tramo con bastante pendiente, muy revirado; aquí bajo de nuevo el primero, paro en un desvío y espero al resto. Gustrek, que viene detrás y con el GPS (aunque para fiarse, pienso yo, jajajaja) dice que es por el sitio contrario al que estaba yo (para variar) y tira él primero en este tramo final que, entre pinos, se hace a toda velocidad y es divertidísimo…

Pero todo lo bueno acaba rápido y en unos minutos nos encontramos en la misma pista de antes, ya con el claro objetivo en nuestras mentes de buscar la siguiente y última trialera del día.

Saliendo de un tramo de carretera (creo que entre Moralzarzal y Navacerrada) Magellán se da cuenta…¡de que le falta un pedal! Este ¿hombre? es único…¿cuánto tiempo llevaría sin él? Parece ser que poco, ya que vuelve sobre sus pasos unos metros y allí está su Crankbrothers.

Ya he dicho hasta la saciedad que no me gustan nada estos pedales, ya sé que en este grupo hay defensores, pero por tacto y por durabilidad prefiero mis Shimano (no se admiten discusiones, jajajaja)

Total, que el pedal está roto y Magellán decide volver a Moralzarzal por carretera (debemos estar relativamente cerca); nosotros seguimos nuestro camino, dando un rodeo para bajar la trialera de la cual Gustrek nos había hablado tan bien.

Y lo cierto es que es completamente distinta a las 3 anteriores: más ancha, con mucha roca fija, exigiendo por tanto lo máximo a nuestras sufridas suspensiones. Una vez más bajo detrás de Gustrek, dejándole como siempre una distancia de seguridad y observando lo que comentaba al principio: que va confiando cada vez más en su Spec. y baja cada vez más rápido.

Una vez en Alpedrete sólo nos queda ya la trialera de subida, con un paso imposible, pero bastante disfrutona también. Lo cierto es que vista desde abajo impresiona pensar en bajarla, pero es lo mismo de siempre, cuando se ven desde arriba la perspectiva es otra, como más positiva…vamos, que la bajaríamos sin problemas, jejeje.

Llegamos a Moralzarzal con tiempo para pegarnos una opcional como hacía tiempo. Magellán estaba lavando su Cannondale y aparece en unos minutos, uniéndose a la fiesta.

Aprovechamos para hacer planes de cara a la semanas próximas, los cuales no podré disfrutar por estar por tierras valencianas de vacaciones, con mi Genius eso sí.

Redactada por Golfer.
Fotos: R@ulo.

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