Cerro de San Pedro v4.0

"El descubrimiento más grande de mi generación es que los hombres pueden cambiar sus vidas cambiando sus actitudes mentales". En esta frase, William James no sólo se refiere a los grandes e importantes aspectos de nuestras vidas, si no también a los pequeños detalles que la conforman. De la actitud que tengamos ante una u otra situación depende, en gran medida, el resultado obtenido de la misma.

La previsión meteorologica para el sábado no parecía, a priori, la más propicia para la práctica del MTB. Pero la actitud de los bikers que decidimos salir a disfrutar de nuestras monturas este día era muy distinta: mojados o secos, limpios o embarrados, con frío o con calor, íbamos a disfrutar de las subidas, de las bajadas, de las pistas, de los senderos, de las trialeras y de cada una de las pedaladas que diésemos a lo largo de nuestra aventura. Resultado: mañana disfrutona en la mejor compañía.

ASISTENTES
Nos reunimos 4 bikers : Golfer, GusTrek, Magellan y Ñako.

TRACK
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DATOS DE LA RUTA
Sábado 30 de octubre: 39km, 1.000m de desnivel de subida acumulado, 4 horas (3 horas dando pedales).

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IMÁGENES DE LA RUTA




CRÓNICA
Contábamos con la lluvia, contábamos con el barro, pero también contábamos con las ganas de pasar una magnífica mañana disfrutando de la naturaleza, de su embriagante olor a tierra húmeda y del veneno mtbero que llevamos dentro. Y con este objetivo fijamos nuestro punto de encuentro en la M-104, carretera de Colmenar a San Agustín, junto al arroyo Tejada a las 9.00h.

Puntuales a la cita nos encontramos los 4 valientes, que tardamos pocos minutos en pertrecharnos y preparar nuestras monturas. Golfer con el teléfono a mano, que aunque le faltan 10 días para salir de cuentas, igual tiene que salir pitando para conocer a su segundo hijo. En el momento de redactar esta crónica, Álvaro ha nacido a primera hora de la mañana del lunes, parece que tiene prisa por conocer este mundo e incorporarse a los alcosanseros. ¡¡Enhorabuena a los papis!!

El terreno está húmedo del aguacero del viernes, y el día gris y frío, pero aún no ha caído ni una gota de la esperada lluvia. A los diez minutos estamos en marcha por la pista que, hacia el norte, nos conduce hacia el Camino de Pedrezuela.

A los 700 metros, tomamos dirección este, próximos al Descansadero de la Paloma, para afrontar el primer ascenso del día, que concluye a los 4km del inicio de la ruta. La subida se agradece porque abriga y no es muy exigente, un 5% de desnivel medio. Además, discurre por un camino con algunos pasos trialeros, que ponen algo de pimienta y sacan a la luz la experiencia que vamos acumulando en estas lides (y que nunca es suficiente, jeje). Sigo la rueda de Conrado, que es buena: elige la trazada correcta y conoce el camino. Nos siguen Magellan y Ñako, a escasa distancia, que aprovecho para hacer alguna "retratadura".

En este tramo hemos tomado el Cordel de la Vinatera, que después cambia su nombre por Cordel del Sestillejo y se convierte en una pista que nos depositará en la primera trialera del día. La pista es un sube y baja de 6km en el que rodamos juntos, aprovechando para nuestra charleta y risas habituales. Llueve con timidez, pero lo suficiente como para guardar las gafas en el bolsillo, porque entre el agua y lo que se empañan, dificultan más la visibilidad de lo que protegen los ojos del barro. No se oye a nadie ni a nada, excepto nuestras voces, el rodar de nuestras monturas y el crujir incesante de la Genius de Golfer (¿nueva visita al taller?).

Son las 10.00h y ya hemos recorrido los primeros 10 kilómetros. Estamos en el descansadero de la Camorcha y ante nuestros ojos, la primera de las trialeras en bajada del día, con sus luces y sus sombras. Luces por el buen agarre de la tierra húmeda, sombras por lo resbaladizo de las piedras que la pueblan. Inicia Golfer, le sigo y, tras de mí, Ñako y Magellan. La trialera tiene 3 kilómetros y medio, no tiene pasos complicados ni excesiva pendiente, pero es divertida y está plagada de piedras, una firmes y otras muchas sueltas. Bajamos rápidos, los frenos en estas condiciones de humedad, mejor ni tocarlos cuando pasamos sobre las piedras, porque podría provocar que nuestros huesos acabasen contra ellas.

En 10 minutos hemos cubierto la distancia. Nos desviamos a nuestra derecha, hacia el Camino de Guadalix de la Sierra, cruzando el arroyo del Palancoso. Menos de 2 kilómetros de camino salpicado por algunos charcos, y desvío a la izquierda, abandonando el Camino de Guadalix. Menos de un kilómetro de camino y desvío a la derecha para afrontar la segunda trialera de la mañana. Llueve intermitentemente, pero aún no estamos demasiado mojados.

Esta trialera es algo más corta, poco más de 1 kilómetro, pero más pendiente que la anterior y también muy disfrutona. Son trialeras sin pasos demasiado complicados y que se pueden abordar con velocidad y sin necesidad de grandes alardes técnicos. En 3 minutos está superada y nos encontramos en el arroyo del Valle, a escasos metros de Montenebro. Remontamos el arroyo por una vereda paralela a éste, tras un par de despistes del guía, que tiene algo descuidado su jardín.

En poco más de 3 kilómetros de sendero llegamos a un punto muy próximo al inicio de la segunda trialera, para dirigirnos hacia el norte en busca de la tercera. Un par de kilómetros de camino que se convierte, en su última parte, en una trialera también muy disfrutona, ésta con algo más de roca grande y un rampón pedrolero final rápido y "adrenalínico". Como en las anteriores, sillín abajo y a pasarlo en grande.

Estamos a orillas del Embalse de Pedrezuela, donde aprovechamos para tomar media barrita, contestar las llamadas perdidas y beber algo de agua, de la que al final de la ruta me sobró casi toda. Ahora estamos algo más mojados, y la parada nos está dejando fríos, así que... en marcha. Nos dirigimos al suroeste, para llegar, después de 3 kilómetros, al final de la primera trialera. La primera parte del tramo, en subida, nos hace recuperar el calor perdido en la parada. Escuchamos a lo lejos un ruido continuado, como de un motor... ¡¡motor de motosierra!!, que nos hace bromear con la Matanza de Texas, y nos imaginamos al loco de la motosierra tras nosotros por todos los senderos del monte, jajaja.

Entre risas y pedaleo nos encontramos en un momento en el final de la primera de las trialeras, que, en este caso, toca remontar. Cada vez me gustan más las piedras subiendo, así que, ni corto ni perezoso, me pongo en cabeza. Voy bien de fuerzas y disfruto tanto esta trialera subiendo como la disfruté bajando. En la subida el grupo se estira, y vamos coronando uno tras otro, con cuenta gotas (como las que nos caían). Nos cruzamos cuatro moteros, que se disponen a bajar lo que nosotros habíamos subido. Llevamos la ropa ya bastante mojada, por lo que, tras preguntar al último si era necesario parar, y ante la negativa de éste, nos ponemos de nuevo en camino.

Toca ahora volver sobre nuestros pasos. 6 kilómetros por pista, por el Cordel de Hoyo de Manzanares y el de Sestillejo, casi todos ellos en bajada, exceptuando una "chincheta" intermedia. Llegamos al arroyo de Mata y poco después a la última trialera del día, que se antoja peligrosa por lo mojadas que están las piedras. Golfer y yo comentamos la conveniencia de hacer pie en una paso de cierta complejidad, para llegar enteros a los coches y comenzamos el descenso.

Es una de las trialeras más cortas de la ruta, pero, quizás, la mejor de todas. Buenos pasos pedroleros con pendiente aceptable, que vamos sorteando uno por uno sin hacer ningún pie y a buena velocidad. ¿Dónde estaba el paso donde la prudencia vencería al orgullo? Ni asomo del mismo... o han picado las piedras o cada vez bajamos más "finos", jeje. Aunque seamos un poco mayores (unos más que otros) nuestra capacidad de aprender aún está viva, y la experiencia va transformando nuestra percepción de dificultad/peligro.

Amplia sonrisa y chutazo de adrenalina son la consecuencia de tan gozosa bajada, al final de la cual nos reagrupamos, para consumir los poco más de kilómetro y medio que resta hasta los coches. Barro en nuestra ropa, en la cara y sobre nuestras monturas, agua hasta en los huesos, pero una sensación de placer tan grande que compensa cualquier atisbo de sufrimiento. Ha sido uno de esos días en los que este deporte te engancha para siempre.

Cada humano y cada "burra" a su vehículo, y cada vehículo a su casa. No tenemos lugar próximo donde disfrutar de la opcional y son casi las 14.00h, así que nos vamos a disfrutar de una merecida comida en familia, pensando en aventuras futuras, aunque eso... ya es otra historia...

Redactado por GusTrek.
Fotos: GusTrek.

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