Ingeniero, contra el crono

Existen pocas rutas que ofrezcan la posibilidad de realizar 12km consecutivos de sendero, salpicado con piedras, raíces y vadeos de pequeños arroyos. El pasado mes de julio descubrí, por primera vez en mi aún corta vida de biker, una de las zonas con más posibilidades de disfrute para la práctica del all-mountain o enduro: la sierra al sur del Espinar y San Rafael.

Una ruta donde casi todas las subidas y bajadas exigen buena forma física y algo de técnica, una ruta donde la montaña muestra su lado más amable y, a la vez, su lado más duro. Motivos suficientes para volver a repetirla en este mes de octubre, donde la temperatura aún nos permite rodar sin excesivo frío. Un par de "insensatos" nos lanzamos a la aventura.
ASISTENTES
Nos reunimos 2 bikers : GusTrek, R@ulo.

TRACK
El mismo que el de la ruta realizada en julio, haz click en este enlace para descargarlo desde Wikiloc.

DATOS DE LA RUTA
Sábado 23 de octubre: 35km, 950m de desnivel de subida acumulado, 4 horas (3 horas y 30 minutos dando pedales).

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IMÁGENES DE LA RUTA




CRÓNICA
Nuestro hilo del Foro MTB ha estado algo parado a lo largo de toda la semana. Aún así, plantear una propuesta es obligado, Trabú "lanzó el guante" y yo lo recogí gustosamente. El camino del Ingeniero, que tan buen sabor de boca me dejó el pasado mes de julio, me pareció una buena opción. La respuesta a la propuesta fue pobre en cantidad, pero excelente en calidad: R@ulo y Trabu, aunque éste último, haciendo honor a su apelativo de "rajao", se apeó de la lista en el último minuto.

Así que, a las 8.00h, con los ojos aún algo cerrados nos encontrábamos R@ulo y GusTrek en Alcobendas, para montar las burras en el coche y dirigirnos hacia San Rafael, lugar desde el que iniciaríamos nuestra jornada de MTB. El termómetro marca 5º, y se agradece la calefacción de los asientos.

A las 9.00h hemos llegado a nuestro destino, y 10 minutos más tarde estamos sobre nuestras monturas dando pedales. Cruzamos un puente de madera y serpenteamos entre árboles por el Camino de la Peña del Águila. Aún tengo fresca en mi mente la ruta, y sé que los primeros 5 kilómetros son bastante duros, sin tiempo para preparar los músculos, puesto que empezamos un ascenso durante 45 minutos con una pendiente media del 7%, por un sendero con piedras, raíces y rampones considerables.

Hace frío, pero nuestro cuerpo entra en calor rápido abrigado por las subidas. Superamos algunos pasos difíciles sobre la bici, en otros, no nos queda más remedio que ayudarnos haciendo algún pie. Paramos un par de minutos en la Peña del Águila, para tratar de ver el plano que la corona, quemado por el sol y triturado por las lluvias. Este tramo es bastante exigente... pero divino. Hemos realizado la mitad de la subida, la más técnica y empinada, sólo nos queda la última parte del ascenso, por pista, para conquistar el Collado del Hornillo.

Ahora toca bajar durante 4,5 kilómetros hasta el Camping de Valle Enmedio. Los primeros metros por carretera, hasta que tomamos un sendero paralelo a ésta y al Arroyo del Collado del Hornillo, tremendamente disfrutón, sin demasiada pendiente, pero con algún paso divertido de piedras y raíces que compensa plenamente el esfuerzo de la subida. Lanzamos nuestras bicis y hacemos trabajar a nuestras suspensiones. Adrenalina en vena que se nos acaba demasiado pronto. Ya sabéis que la percepción del tiempo no es la misma subiendo que bajando.

A las 10.15h llegamos al camping. Aquí, a pesar de haber hecho la ruta hace poco y llevar el track en el gps, me cuesta encontrar el sendero que enlaza con el camino de la presilla del arroyo del Prado Toril. Tras un breve pateo buscándolo, damos con él y comenzamos con el nuevo ascenso, donde nos cruzamos con un par de senderistas. Vamos remontando el arroyo por un sendero en algunas zonas plagado de piedras, lo que provoca un aumento del esfuerzo a realizar. En uno de los pasos complicados, una piedra ataca mi rueda delantera, que no es capaz de superarla y me lanza lateralmente contra el suelo. Mi cadera contra un pedrolo, cuya firma aún permanece en mi piel en toda su gama cromática.

Aprovechamos la caída para hacer una parada de 10 minutos, tomar una barrita, hidratarnos y esperar a que se pase el dolor físico y moral del impacto. Este es otro de los tramos exigente, pero muy entretenido. Nos ponemos de nuevo en marcha, y unos metros después llegamos a la pradera, la cual atravesamos para buscar la vereda del Arroyo del Chuvieco. Aquí, vuelvo despistarme y tomo dirección sur, en lugar de norte. Me percato a los 400 metros y damos la vuelta, sumando casi 1 kilómetro extra a la ruta.

Una vez deshecho el entuerto nos dirigimos hacia el Collado de la Gargantilla, del que nos separan un par de kilómetros el primero llano y el último en ascenso. Continuamos subiendo un par de kilómetros más para conquistar el punto más alto de la ruta, cerca del Collado de las Lagunas, a 1.680m. Y como todo lo que sube, baja, ahora tocan 5 kilómetros de descenso hasta el arroyo del Boquerón, que finalizan con una empinada trialera con el terreno bastante suelto y que nos deposita en uno de los últimos empujabike del día.

Para subir al Ingeniero, pateamos 100 metros de una pendiente del 30%, ¡casi nada! Cada metro parece que tuviese 150cm... ¡lo que cuesta empujar la bici entre ramas y troncos caídos! No sé si existe otra forma de alcanzar el camino, habrá que investigarlo. Por fin alcanzamos nuestro ansiado camino, aquel que le da nombre a la ruta y que hemos anhelado durante los primeros 24 kilómetros.

Son casi las 12.00h del mediodía y tenemos por delante 12 maravillosos kilómetros de sendero, con "sube y baja" continuos que van castigando las piernas. Piedras, raíces, arroyos... flow total. La primera parte del camino es estrecha, con un buena caída a la izquierda, lo que provoca que lo ataquemos con cierta prudencia. El resto es algo más ancho y te permite afrontarlo con más confianza y velocidad.

Dejamos Picachu a nuestra izquierda, y, a partir de ese momento, observamos varias trialeras que bajan hacia El Espinar y San Rafael y algunas otras que bajan del sur para desembocar en el Ingeniero. En una de ellas, la del cauce del Arroyo del Prado Goyato, nos lanzamos y disfrutamos de sus primeros metros, con unos pasos sobre pedrolos, deliciosos. Observamos que, de continuar por ella, perderíamos buen parte del camino, por lo que remontamos los 200m de trialera con nuestro último empujabike del día para volver al camino. Muchas posibilidades muestra la zona, que invitan a investigar para futuras ocasiones.

Como llevo el gps, voy el primero, parando de vez en cuando para comprobar que me sigue R@ulo. En una de estas paradas, tarda en llegar algo más de lo normal. Cuando empiezo a remontar para buscarle, aparece y me describe como se ha marcado un "superman" por encima de los cuernos de la burra, por no bajar el sillín, que le provocan un buen raspón en la zona en la que debía llevar las protes (y no en la mochila) y un golpe en la muñeca. La verdad es que las mías también las dejé en el coche, pero cargar con ellas y no usarlas... ¡tiene delito!

Finalizamos el camino bajando por el cauce del arroyo de la Gargantilla, donde disfrutamos de los últimos pasos pedroleros de la mañana, para, posteriormente, seguir por pista hacia el coche y dar por finalizado un estupendo y completo día de MTB. A las 13.15h llegamos a los coches, habiendo cubierto la ruta a muy buen ritmo, con sólo 30 minutos de paradas y tres horas y media de pedaleo.

Hacemos pereza con la opcional, y nos marchamos directamente a casa, para comer con la familia y dejar descansar nuestras piernas. De regreso, algo de atasco en la A6, entre las Rozas y el desvío de la M40, lo que permite que tengamos tiempo para contarnos nuestras vidas, las de nuestros hijos e hijas y hacer planes futuros, aunque eso... ya es otra historia...

Redactado por GusTrek.
Fotos: GusTrek.
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