Aguacero en El Pardo

Nos pasamos un par de días observando continuamente las previsiones climatológicas, con la esperanza de ver como cambiaban para el fin de semana. La lluvia constante para el sábado no abandonó ninguna de las webs que consultábamos. La ruta prevista era de unos 70km y hacerla bajo la lluvia no parecía el mejor de los planes.

AccuWeather, Eltiempo.es, El INM... esta vez, no fallaron, y el sábado amaneció cubierto por un espeso manto gris que no cesaba de descargar agua. Pero los alcosanseros somos valientes y acudimos a la cita que teníamos con nuestras monturas, con los senderos... y con la lluvia.
ASISTENTES
Nos reunimos 9 bikers: Golfer, GusTrek, Jesusla, Magellan, Ñako, Rul Bierzo, Segovia Cannondale y Trabu.

TRACK
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DATOS DE LA RUTA
Sábado 9 de octubre: 30km, 655m de desnivel de subida acumulado, 3 horas y 30 minutos (2 horas y media dando pedales).

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CRÓNICA
Nuestra intención era atravesar el Pardo por sus senderos para, posteriormente, dirigirnos hacia las inmediaciones de la carretera de Colmenar y subir hasta Tres Cantos por pista + carril bici. Desde allí, retomaríamos el muro del Pardo para llegar hasta el Puente de la Marmota, luego a Colmenar y regresar a nuestro punto de origen. Ruta variada con senderos, pista, alguna trialera y un buen puñado de kilómetros: unos 70.

Con ese objetivo nos reunimos en la puerta de mi casa Jesusla, Trabu y yo, para dirigirnos juntos a la calle Braojos, punto de encuentro con el resto de los bikers. A las 8.30h estábamos todos demontando de los coches nuestras burras, excepto Rul, del que nada sabíamos. Tras unos cuantos minutos de espera, decidimos llamarle, por si teníamos que quitarle a Trabu el apelativo de "rajao" y ponérselo a él. Pero no fue así, había pinchado, lo cual provocó que la ruta comenzase con un ligero retraso.

A las 9.00h nos ponemos en marcha. Llueve desde que salimos de casa, y aunque cae poca agua, ésta va acumulandose en nuestra ropa, en nuestras monturas y en los caminos. Atravesamos el muro que separa El Pardo y la calle Braojos, para subir las primeras rampas y eliminar el frío que se ha adueñado de nuestros cuerpos. El firme ha drenado bien y no está demasiado embarrado, cuesta algo más de lo habitual hacer rodar la bici, pero, por otro lado, tenemos más agarre que de costumbre.

Una vez cubiertos los primeros 600m de subida, tomamos a nuestra izquierda el sendero de bajada que nos deposita en el arroyo de la Real Quinta. La bajada por este sendero es muy disfrutona, el terreno aún agarra y se gestionan las curvas con mucha más confianza que cuando está seco. Hay algunas zonas donde se empieza a acumular el agua, y el barro comienza a decorar nuestras monturas.

Antes de llegar al arroyo, paramos para reagrupar al final del sendero, y aprovechamos para comentar la bajada. Magellan y Juanma no aparecen, lo cual nos hace pensar en caída o avería. En un par de minutos llega Magellan, que nos anuncia la rotura del cambio, y el consecuente abandono de Juanma. Ya estamos todos mojados, lo que se convierte en una ventaja: ya no se nota la lluvia que nos sigue cayendo.

Seguimos hacia el noroeste, paralelos a la M-605, protegidos por el tupido bosque, y disfrutando de unos cuantos toboganes, hasta los edificios más al sur del poblado. Aquí nos desviamos a la derecha, remontando el arroyo de la Nava para llegar al camino de Caños Quebrados, que nos llevaría hasta las pistas paralelas a la carretera de Colmenar. 7km después del inicio, estamos bien cargados de barro, y lo que es peor, nuestros frenos... también. Las ruedas ya no traccionan tanto, y, en ocasiones, cuesta mantenerlas en línea.

Golfer ha traído la Epic, y su freno trasero (v-brake), ha dejado de funcionar. Los frenos de disco han perdido eficacia, el barro y el agua se están comiendo, literalmente, las pastillas y hay que llevar las manetas hasta los puños para parar la bici. Nos lo estamos pasando "pipa", pero ante este panorama nos planteamos modificar la ruta, puesto que hacer 63km más en estas condiciones eliminaría el buen sabor de boca que hasta ahora tenemos. Decidido: nos quedamos haciendo senderos por El Pardo.

Nos ponemos en manos de nuestro gps-man, Magellan, que acompañado del propietario de este jardín, Ñako, nos guiarán por los divertidos senderos de la zona. Subimos por el arroyo del Camino Viejo del Pardo a Fuencarral, bajamos por el arroyo estival al sur del anterior y volvemos a subir, paralelos a la M-612 hasta el Palacio de la Real Quinta. 8km más que disfrutamos a tope. El barro ensucia, pero divierte, tiene su "qué" cuando estás metido en él, jejeje., nos lo pasamos como niños. Aunque, a mi juicio, es el elemento más destructor para nuestras monturas, ¡pero de algo tienen que vivir los tenderos!

Desde el palacio, tomamos dirección sur, para dirigirnos a los senderos del palomar, que rodean la Sociedad de Tiro de Madrid, y que nos conducen, de nuevo a la M-605. Es un placer notar como se va cruzando la rueda trasera, siempre y cuando no te haga irte al suelo, que, afortunadamente, no fue el caso. Odio tener que lavar la bici, pero lo compensa lo bien que lo pasamos.

Volvemos a la M-605 para repetir el sendero paralelo a este, el bosque y los toboganes, cada vez más espesos, puesto que el terreno a llegado a tal acumulación de agua que ya no drena más. Antes de llegar al arroyo de la Nava, nos desviamos a nuestra derecha por un el sendero que, 2km más tarde, nos deja en la Casa de Valpalomero. Aquí Magellan se desconfigura, y nos hace recorrer un kilómetro y medio extra para encontrarnos, minutos después, en éste mismo punto, jajajaja.

Deshecho el entuerto, sendero disfrutón de bajada, con la dificultad añadida de no llevar frenos y el peso extra del barro y el agua. De nuevo en el arroyo de la Real Quinta, para dirigirnos, en ligera subida y sobre el túnel de la M-40, hacia los coches.

Poco más de 30km, mucha diversión, agua, barro y pastillas de freno nuevas. Tratamos de quitarnos algo del barro que nos cubre con los fumigadores, para no "enmarranar" demasiado los coches y nos dirigimos, aún lloviendo, a nuestra merecida opcional. Tomamos unas cervezas en un bareto con una decoración algo "grunge", bajo la atónita mirada de los lugareños, que debían estar pensando -"a éstos se les ha ido la olla"-, jajaja.

Una mañana divertida, nos hubiésemos arrepentido de quedarnos en casa, y, de vuelta a ella, charla y planes futuros, pero eso... ya es otra historia...

Redactado por GusTrek.
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