Cabeza de la Braña

Braña es una antigua palabra que aún se usa en Asturias para referirse a un pastizal de verano. Lejos del principado, pero cerca de la capital se eleva Cabeza de la Braña, al este del puerto de Canencia y con 1.772 metros de altura. Esta cabeza reposa sobre dos inmensas praderas: Collado Cerrado y Collado Abierto. Desde hacía algunas semanas, nos venía rondando una idea: disfrutar de las vistas y de la larga bajada desde este pico hasta Bustarviejo.

El asunto no era baladí: 22 kilómetros de subida sería el precio a pagar por los 12 de continua bajada por trialeras y senderos hasta Navalafuente, lugar desde donde iniciaríamos nuestra magnífica aventura. Y bajo estas premisas confeccionamos la, hasta entonces y para nosotros, inédita ruta.
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ASISTENTES
Nos reunimos 11 bikers: Bake661, Dr.Biela, Esp102, Golfer, Gustrek, Jeby, Jesusla, Juan, Magellan, Trabu y Trasgos.

DATOS DE LA RUTA
Miércoles 9 de noviembre: 34km, 1.080m de desnivel de subida acumulado, 4 horas y media (2 horas y 45 minutos dando pedales).


IMÁGENES DE LA RUTA


VÍDEOS DE LA RUTA

(by Dr.Biela)




(by Gus)



CRÓNICA
Una vez más, el aparcamiento del centro de Navalafuente era el lugar donde, a las 9.00h, nos habíamos citado para iniciar nuestra inédita ruta. Con la excitación y la ilusión que produce conocer algo nuevo, fuimos llegando, uno a uno y/o por parejas, a nuestro punto de encuentro. Hoy contábamos con una nueva incorporación Esp102, que se sumaba a nuestra convocatoria a través del Foro MTB.

Preparamos nuestras monturas y nos pertrechamos entre risas, haciendo alusión a las rajadas de Trabu, al peso de nuestras "burricletas" y a un sinfín de chorradas que reflejan el buen rollo de nuestro grupo. Entre unas cosas y otras, nos ponemos en marcha casi 30 minutos después de la hora prevista, dirigiéndo nuestras monturas por las calles de Navalafuente hacia el oeste.

Tenemos por delante 9 kilómetros hasta el K-12 de M-610, después de pasar Bustarviejo, junto a la fuente del Collado. Este primer tramo es bien conocido por casi todos nosotros, de las múltiples ocasiones en las que hemos rodado por la zona, bien camino del Medio Celemín, bien camino de Miraflores. La baja temperatura que nos recibió en Navalafuente irá a medida que vamos consumiendo los primeros kilómetros de la larga subida hacia Cabeza de la Braña.

Hemos salido de de Navalafuente por el camino de Miraflores, una ancha pista en buen estado que pica hacia arriba, de forma suave pero continua. Después de algó más de kilómetro y medio abandonamos la pista hacia nuestra derecha, por un camino salpicado de piedras que nos permitirá enlazar con el camino de las Viñas, que ya no abandonaremos hasta llegar a Bustarviejo.

Rodamos agrupados por la ladera este del Pendón, siendo conscientes del largo trecho que aún nos resta para coronar. Pasamos junto a los Barracones, ruinas del antiguo destacamento penal de la postguerra, enclavado en la dehesa de Bustarviejo. Poco después de cruzar la cancela que nos saca de la dehesa, alcanzamos las casas más al sur del pueblo que la da nombre, desviándonos en este momento hacia el oeste por la pista paralela al pinar y que nos conducirá hasta la fuente del Collado.

Llegamos a la fuente una hora después de la salida, y unos metros más allá de la misma nos enfrentamos a la primera incidencia de la mañana. El cierre de la tija de Esp102, no tiene la presión suficiente para sujetarla, provocando la continua bajada del sillín y la imposibilidad de un pedaleo fluido. Tras múltiples intentos de solucionar el problema y más de 20 minutos de parada, tiramos la toalla, y el mencionado biker decide abortar la ruta volviendo sobre sus pasos hacia el coche.

El resto continuamos por el camino paralelo a la M-610, hasta que la cruzamos en las proximidades del Puente de la Mina y tomamos una senda que discurre entre un robledal hasta llegar a la carretera que sube al puerto de Canencia. La senda, de casi 4 kilómetros, es prácticamente llaneo, aunque nos permite continuar ganando algunos metros. El día está un tanto desapacible, un espeso manto de nubes cubre el sol, pero no hay amenaza de lluvia.

Aunque, como es habitual, llevo la cámara de fotos, hoy no estoy muy por la labor de utilizarla, y dejo pasar este bonito paraje sin inmortalizarlo. Ha pasado ya una hora y 45 minutos desde que salimos y sólo hemos cubierto 14 kilómetros de los 34 previstos. Tenemos por delante 3.500 metros de asfalto hasta coronar el puerto de Canencia. Por más que he buscado no he sido capaz de encontrar otro camino para atacar esta vertiente del puerto, a no ser que lo hubiésemos hecho por el bien conocido GR-10, que si ya es complicado de bajada por la ensalada de piedras que lo tapiza, de subida se me antoja poco ciclable.

El grupo se separa poco a poco en la subida, que no es excesivamente dura, pero que se hace larga por lo poco que nos agrada pisar asfalto y rodar junto a los coches. En 30 minutos hemos llegado a lo más alto del puerto, y hacemos una parada obligada para reagrupar y reponer fuerzas en la Fuente de la Raja, vulgarmente conocida por los bikers como "fuente del chocho" por el parecido entre ambas anatomías (la de la fuente y la del chocho, jeje).

El área recreativa está plagada de coches. Hoy es el día de la Almudena, fiesta en Madrid capital, y aunque el día no es de los más luminosos, la ausencia de lluvia y frío invita a disfrutar de la sierra. Disfrutamos de 10 minutos de descanso para un tomar una barrita y probar el agua de la fuente antes de continuar con el ascenso hasta el punto más alto de la ruta.

Unos metros después de la fuente tomamos el camino de Miraflores de la Sierra, una pista ascendente que sale de la carretera hacia el noreste, y que, después de un kilómetro, se separa en tres caminos. Tomamos la pista forestal de la derecha, protegidos por el frondoso bosque, que empieza a mostrarnos su lado menos amable ofreciéndonos unos rampones de más del 20% que ponen nuestras piernas a prueba. En uno de ellos, la burra de Trabu le descabalga, proporcionándole el manillar un buen arañazo en la cara que guarda como recuerdo.

Y como colofón, los últimos 100 metros: un cortafuegos plagado de piedra suelta que solo es capaz de superar sobre la bici Trasgos. Una vez todos arriba, parada para reponer fuerzas, disfrutar del paisaje y mostrar la satisfacción de haber conseguido el ansiado objetivo, conquistar la cima de la Cabeza de la Braña. Trabu repara su cadena, que ha roto en los últimos metros de subida. Nos colocamos las protes y después de 15 minutos de descanso nos disponemos a disfrutar de los 12 kilómetros de bajada continua que nos separan de los coches.

La primera parte de la bajada, hasta el pinar de Bustarviejo, es desconocida por todos nosotros, excepto por Magellan, que en ese momento recuerda haberla hecho alguna vez a lo largo de su dilatada vida como biker (no creo que existan muchos lugares que no hayan sido testigo de sus andanzas). Nos lanzamos ladera abajo entre los matorrales por un sendero que apenas existe, la pendiente es pronunciada y la senda apenas se ve, pero es perfectamente ciclable. Los matorrales van dibujando rasguños en nuestras piernas, al menos en las de Bake, las de Juan y las mías, que somos los únicos que vamos de corto.

A los pocos metros de inicar la bajada, noto como deja de tragar mi amortiguación trasera y embiezo a rozar los pedales contra el suelo. Cuando paro para comprobar qué es lo que sucede, observo que el amortiguador a perdido todo el aire. Malos augurios recorren mis pensamientos... Golfer, que lleva de todo en su Camelback, me deja una bomba de amortiguadores, con la que meto de nuevo presión al RP23 sin mucha confianza en que la mantenga. Pero, desafiando la ley de Murphy, el amortiguador se recupera aguantando en perfecto estado lo que queda de ruta. La única explicación a tan extraño acontecimiento es que el obús de la válvula estuviese desenroscado y al meter la bomba se colocase en su sitio.

Después del incidente (y con éste ya van 3), llegamos al Collado Abierto y tomamos una senda a media ladera, ésta algo más limpia y más disfrutona. Cada cierto tiempo vamos parando para reagrupar y no perder a nadie por el camino, el sendero no siempre está claro y a veces nos encontramos con bifurcaciones. Aunque la primera parte nos decepcionó un poco, esta cada vez nos gusta más, las piedras se multiplican y disfrutamos como chiquillos...

Seguimos bajando por una senda plagada de piedras, con algunas zonas de agua y barro que la hacen algo más picante. Rodamos junta a un muro de piedra que delimita una finca. Cuando el muro gira hacia el noreste, nosotros nos desviamos hacia el suroeste, para buscar la Cañada Real Segoviana, que en un formato de sendero estrecho y pedrolero y, en su último tramo, encajado en frondoso bosque, nos lleva hasta la M-610, al oeste de Bustarviejo.

Algo más de 4 kilómetros de bajada por senderos y trialeras desde Cabeza de la Braña hasta Bustarviejo que ha merecido la pena conocer y que nos dejan bien gozaditos. Los 8 kilómetros que nos quedan hasta los coches ya lo hemos rodado unas cuantas veces: el pinar de Bustarviejo, la trialera hasta el puente de la M-631 y el balcón de Navalafuente.

Desde la carretera subimos hasta el pinar de Bustarviejo, para disfrutar del senderito que lo recorre. Es un sendero disfrutón, de los de pedalear, con algunos toboganes y algunas piedras y raíces. Enfilamos el sendero a buena velocidad, las piernas ya se han repuesto de la subida y nos piden guerra. A mitad del sendero Golfer y yo nos damos cuenta de que vamos solos, así que... parada y espera. Después de un rato, y ya dispuestos a volver sobre nuestros pasos para buscar al grupo, contactamos por teléfono y nos informan de un nuevo incidente: pinchazo, creo recordar que de Juan.

Una vez reparado se nos une el grupo y continuamos hasta el camino de las Viñas para buscar la siguiente trialera, que une el citado camino con la M-631. Esta trialera es muy divertida, sin complicaciones pero entretenida, con zonas de sendero y zonas de grandes lanchares de roca firme que nos permiten disfrutar al máximo con sus escalones. En un "visto y no visto" (¡que cortas se hacen las bajadas!), estamos en la carretera, junto al puente del ferrocarril. Paramos de nuevo para reagrupar y continuar juntos por la carretera hasta la gasolinera, frente a la cual tomamos el sendero que nos llevará hasta Navalafuente.

El Balcón de Navalafuente, que así llaman a esta trialera, es una senda estrecha y con buenas piedras, con un par de pasos picantes, más de valor que de técnica, pero sin complicaciones, rápida y divertida que es el perfecto "fin de fiesta" para una buena ruta como esta. A las 14.00h llegamos a los coches y nos dirigimos a disfrutar de la merecida opcional. El bar de la "rubia" está cerrado, así que buscamos cobijo en uno próximo, donde disfrutamos de unas cervezas y nos enteramos de que Bake nos describe como unos "señores mayores" cuando se refiere a nosotros en conversaciones con sus amigos... ¡ni que él fuese un niño, jajaja!

Tras la cerveza, cada uno a su casa para cumplir con las obligaciones familiares, eso sí con una buena jornada endurera en las piernas y un monton de planes futuros en nuestros pensamientos, aunque eso... ya es otra historia...

Redactado por Gustrek.
Fotos: Gustrek.
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