En busca de nuevas sensaciones, decidimos montar nuestra primera nocturna. Nos iniciábamos con las luces, con la visibilidad limitada a los 10 metros siguientes del camino, con los sorprendidos animales que se cruzaban a nuestro paso, con la oscuridad de la noche y la oculta mirada de la luna tras las nubes...
Nos invadían los mismos nervios que a un niño ante su primera excursión, la misma ansiedad y las mismas ganas de experimentar algo nuevo sobre nuestras monturas. Ha sido la primera, y os garantizo que no será la última... el nivel de satisfacción ha sido tremendamente elevado.

ASISTENTES
Nos reunimos 8 bikers alcosanseros y/o pakets: Bluebullet, Davidson, GusTrek, Karmauri y dos amigos, Lucale y R@ulo.
TRACK
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DATOS DE LA RUTATRACK
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Martes 1 de junio: 31km, 585m de desnivel de subida acumulado, 2 horas (1 horas y 45 minutos dando pedales).

IMÁGENES DE LA RUTA
CRÓNICA
Nos encontrábamos en un punto de encuentro habitual para todos los alcosanseros: la fuente del Polideportivo Dehesa Boyal, pero a una hora poco común: las 21.30h. Fieles a la cita y con puntualidad británica, vamos apareciendo todos los bikers. Recibimos una inesperada visita, Dani, que ha extraviado el cargador de las luces y, aunque no se suma a la ruta, acude a saludarnos.
A todos se nos notaba la ansiedad por ponernos en marcha, aunque no teníamos demasiada prisa porque esperábamos que cayera algo más la noche y que la luz del día fuese dando paso a la de nuestros focos. Davidson, Lucale y los amigos de Karmauri portaban dos linternas en el manillar y una en el casco, Bluebullet y yo lupichines de 900 lumens (en mi caso apoyado por una luz más en el manillar), R@ulo luz potente en el manillar y Karmauri una ténue lucecilla que tuvo que complementar con una linterna más de uno de sus amigos.
Preparados, y ya con poca luz natural, nos pusimos en marcha alrededor de la 22.00h para cruzar por la dehesa en busca del muro del Soto de Viñuelas. Juagamos en casa, y conocer las curvas, piedras y surcos del camino facilita bastante la labor. En el sendero que cruza el río Karmauri y sus amigos se separan del grupo, sin más consecuencias que recorrer otro sendero, algo más largo que el nuestro, pero que le deja en el mismo punto del muro. Bluebullet y R@ulo van en su busca, sin éxito, y tras la llamada de rigor les indicamos que los "perdidos" ya están con nosotros.
Las primeras sensaciones que percibimos son alucinantes, las rampas de subida parecen menos empinadas, y las de bajada... también. La visibilidad nada tiene que ver con la del día, a pesar de llevar buena iluminación: unos 10 metros limpios hacia delante y una par de ellos a los lados. Llevar luz en el casco te permite alinear la iluminación y la mirada y poder anticipar las sorpresas que la noche te depara. La del manillar te complementa, y no está de más.
Nos reagrupamos en la puerta del muro para realizar las primeras bajadas de la noche por el senderito revirado que discurre paralelo a la pista y que nos deja en el, seco y lleno de arena, Arroyo de Valdelamasa. ¡Qué gozada!, la oscuridad cada vez se hace más patente y disfrutamos el sendero como si no lo hubiésemos rodado nunca. Reagrupados en el arroyo, afrontamos la subida hacia el cementerio de Tres Cantos. La subida parece un llano, no sé si será psicológico, y el no ver la longitud y desnivel de las rampas, éstas parecen mucho más planas. Se nos cruzan ratones de campo y conejos. Bluebullet y yo tratamos de dar caza a uno, y aunque le alcanzamos por velocidad, hace un quiebro a la derecha, se deshace de nosotros y nos quedamos sin aperitivo para la opcional.
Reagrupamos en el cementerio y hacemos alguna foto, de poca calidad, bien por nosotros o por nuestras cámaras que estamos acostumbrados a trabajar juntos sólo de día. El grupo se ha estirado un poco, la potencia de la luz es determinante en estas condiciones, y no todos llevamos la adecuada.
Una vez juntos, nos dirigimos por el arcén de la M-607 hacia la Vereda de las Tapias de Viñuelas y el Pardo, ese senderito paralelo al muro que nos lleva hasta la depuradora, y que, en estas fechas, está escondido entre la vegetación que el lluvioso invierno ha hecho crecer. Rodamos rápido por que lo conocemos bien y sabemos tonde hay que tocar el freno, tumbar la bici o meter pedales. Estoy disfrutando mucho con la nocturna, tanto como la parejita dentro de un coche que nos cruzamos, y donde observamos un enjambre de piernas desnudas que se descolocan con las luces de nuestras burras. ¡Menuda opcional se estaban dando, jajaja!
Continuamos pegados al muro hasta la puerta del Castillo de Viñuelas, donde volvemos a parar para reagrupar y comentar las magníficas sensaciones que estamos viviendo. Tomamos la pista de subida que comienza en la Casa del Guarda del Bodonal, en la que nos cruzamos un par de coches, que a saber de dónde vienen o a donde van, jeje... es que la noche es "mu golfa". Hemos decidido parar a tomar media barrita en el descansadero del Lobo, y hacia el nos dirigimos por un continuo sube y baja que va calentando nuestras piernas. Calzada romana y a bajar de nuestras monturas para disfrutar de la paz de la noche y de una merecida barrita, porque alguno no habíamos cenado.
R@ulo ha roto el eje de uno de sus Crank Brothers, afortunamente en su unión exterior con el pedal y tendrá que completar la ruta pedaleando sobre el eje. Un poco de pista y llegamos a uno de los tramos más deseados: el sendero, entre el muro y el vallado, que termina en Ciudalcampo. Me lanzo con muchas ganas, tras de mí Bluebullet, después Davidson y Lucale, cerrando el grupo Karmauri, sus amigos y R@ulo. Conozco bien el sendero y sus surcos, lo que me permite ir rápido. Mi intermitente luz trasera va guiando a Bluebullet, que no conoce este tramo pero que lo disfruta como los demás.
De nuevo nos unimos al final del sendero, y callejeamos juntos por la urbanización, para buscar el camino-pista que nos llevara hasta Fuente el Fresno. Comprobamos que estamos todos y nos lanzamos por el camino, cogiendo alguno de los senderitos paralelos a éste. Nuestros ojos ya están acostumbrados a las luces y a las sombras y pedaleamos rápidos y con confianza.
Un poco de asfalto para atravesar la urbanización y cruzamos el puente del Arroyo de Viñuelas, para afrontar los últimos kilómetros de subida pegados al muro. Esta subida se me hace muy corta y la subo rápido, será porque sólo veo 10 metros por delante de mí, jeje. Unos metros tras de mí Bluebullet, Davidson y Lucale, que demuestran estar en muy buena forma y después el resto, con mucho mérito por la escasez de luz de sus linternas y el pedal roto de R@ulo.
Bajamos la última rampa que nos conduce al polideportivo, con cuidado de no arrancar la cadena que derribó a Trabu hace unas semanas. Bluebullet y Davidson se quedan junto a ella para avisar de su "existencia" a aquellos que no la conocen. Hemos llegado al punto de partida con una sonrisa de oreja a oreja y un grato sabor de boca. ¡Habrá muchas más nocturnas!, Davidson y yo ya hablamos de hacer una por el Pardo.
Cada mochuelo a su olivo, Davidson, R@ulo y yo en busca de un lugar donde tomar una cerveza, tarea que no fue fácil y que nos costó 3 ó 4 intentonas hasta que en un restaurante del polígono industrial de San Sebastián de los Reyes se apidaron de nosotros, y nos sirvieron un par de rondas, para acompañar nuestros planes futuros, aunque eso... ya es otra historia...
Redactado por GusTrek.
Fotos: R@ulo y Gustrek.

Preparados, y ya con poca luz natural, nos pusimos en marcha alrededor de la 22.00h para cruzar por la dehesa en busca del muro del Soto de Viñuelas. Juagamos en casa, y conocer las curvas, piedras y surcos del camino facilita bastante la labor. En el sendero que cruza el río Karmauri y sus amigos se separan del grupo, sin más consecuencias que recorrer otro sendero, algo más largo que el nuestro, pero que le deja en el mismo punto del muro. Bluebullet y R@ulo van en su busca, sin éxito, y tras la llamada de rigor les indicamos que los "perdidos" ya están con nosotros.
Las primeras sensaciones que percibimos son alucinantes, las rampas de subida parecen menos empinadas, y las de bajada... también. La visibilidad nada tiene que ver con la del día, a pesar de llevar buena iluminación: unos 10 metros limpios hacia delante y una par de ellos a los lados. Llevar luz en el casco te permite alinear la iluminación y la mirada y poder anticipar las sorpresas que la noche te depara. La del manillar te complementa, y no está de más.
Reagrupamos en el cementerio y hacemos alguna foto, de poca calidad, bien por nosotros o por nuestras cámaras que estamos acostumbrados a trabajar juntos sólo de día. El grupo se ha estirado un poco, la potencia de la luz es determinante en estas condiciones, y no todos llevamos la adecuada.
Continuamos pegados al muro hasta la puerta del Castillo de Viñuelas, donde volvemos a parar para reagrupar y comentar las magníficas sensaciones que estamos viviendo. Tomamos la pista de subida que comienza en la Casa del Guarda del Bodonal, en la que nos cruzamos un par de coches, que a saber de dónde vienen o a donde van, jeje... es que la noche es "mu golfa". Hemos decidido parar a tomar media barrita en el descansadero del Lobo, y hacia el nos dirigimos por un continuo sube y baja que va calentando nuestras piernas. Calzada romana y a bajar de nuestras monturas para disfrutar de la paz de la noche y de una merecida barrita, porque alguno no habíamos cenado.

De nuevo nos unimos al final del sendero, y callejeamos juntos por la urbanización, para buscar el camino-pista que nos llevara hasta Fuente el Fresno. Comprobamos que estamos todos y nos lanzamos por el camino, cogiendo alguno de los senderitos paralelos a éste. Nuestros ojos ya están acostumbrados a las luces y a las sombras y pedaleamos rápidos y con confianza.
Un poco de asfalto para atravesar la urbanización y cruzamos el puente del Arroyo de Viñuelas, para afrontar los últimos kilómetros de subida pegados al muro. Esta subida se me hace muy corta y la subo rápido, será porque sólo veo 10 metros por delante de mí, jeje. Unos metros tras de mí Bluebullet, Davidson y Lucale, que demuestran estar en muy buena forma y después el resto, con mucho mérito por la escasez de luz de sus linternas y el pedal roto de R@ulo.
Cada mochuelo a su olivo, Davidson, R@ulo y yo en busca de un lugar donde tomar una cerveza, tarea que no fue fácil y que nos costó 3 ó 4 intentonas hasta que en un restaurante del polígono industrial de San Sebastián de los Reyes se apidaron de nosotros, y nos sirvieron un par de rondas, para acompañar nuestros planes futuros, aunque eso... ya es otra historia...
Redactado por GusTrek.
Fotos: R@ulo y Gustrek.